viernes, 17 de julio de 2015

Risas enlatadas



No nos consta que se haya publicado ningún estudio de ninguna universidad lejana, de nombre exótico, que demuestre que: a menor calidad en los guiones de una comedia televisiva (las denominadas sitcom en el argot televisivo), mayor número de risas enlatadas para inducir a la hilaridad por imitación.

La serie sobre Hannibal Lecter que tan buenas
críticas recibió, y se canceló tras su tercera
temporada
Aparte del bostezo, la risa es lo más fácil de contagiar (junto con la estupidez, según dicen, pero no vamos a ahondar en eso ahora). Pero cuando el silencio en el salón de casa atruena más que las risas enlatadas; el veredicto de los audímetros al día siguiente, puede resultar de lo más desolador. Lo más probable, salvo milagrosa remontada en la siguiente semana, es que la cadena que la emite, cancele la serie.

Series míticas ahora como Los Soprano, The wire, Breaking bad (esas que nuestro público se lleva con ansiedad de nuestra Mediateca), si no llegan a nacer fuera de la televisión generalista (cadenas de pago mediante) nunca habrían llegado ni a la segunda temporada, ni habría provocado esta edad de oro en la ficción televisiva que estamos viviendo.

La rentabilidad inmediata, el éxito a la primera, se avienen mal con el poso que requiere urdir algo mínimamente creativo. El concepto de industria cultural viene bien para definir que la cultura requiere de infraestructuras que la hagan posible; pero aplicar la lógica de la producción en cadena a la creación, no parece lo más acertado (por mucho que la filosofía warholiana haya triunfado en el mundo del arte por todo lo alto, Jeff Koons mediante).




El tempus fugit en la era de lo digital no da tregua, y sólo ama la novedad; y eso se extiende a todos los ámbitos. En los escaparates de las pocas librerías que subsisten, se amontonan los mismo best sellers; en las cadenas de multicines se multiplican las mismas películas, marginando títulos que antes se estrenaban con menos pantallas. Minimizar riesgos, maximizar tendencias: la uniformidad de los gustos es el sueño húmedo de cualquier multinacional.

Viñeta de lo más ilustrativa de Shintaro Kago
Cada vez cuesta más disentir, aplicar una sana resistencia al pensamiento único, protegerse del aturdimiento al que someten a nuestro cerebro tantos estímulos.

Uno de los pocos lugares donde es posible convertir la disidencia en hábito saludable es en la biblioteca. Mientras en los gimnasios, los cuerpos intentan clonarse para asemejarse al canon estético que marca la publicidad; en las bibliotecas, cada uno puede confeccionarse su propia tabla de ejercicios lectores, con los que crearse una opinión propia.

Y no se trata de simple verborrea bibliotecaria, en este caso la coletilla publicitaria "demostrado científicamente", no incurre en publicidad engañosa. Han sido investigadores de la prestigiosa Universidad de Standford los que han comprobado los beneficios estrictamente físicos que produce la lectura. El estudio (sí, otro estudio de una universidad, pero en este caso de Stanford, un respeto) que están desarrollando entre neurobiólogos, radiólogos y expertos en humanidades consiste en efectuar resonancias magnéticas a los cerebros de voluntarios, mientras leen fragmentos de novelas de Jane Austen.


La última aventura de Pixar (Del revés), transcurre en el cerebro


Los resultados les han sorprendido al constatar el aumento del flujo de sangre a zonas del cerebro más allá, de las que se implican normalmente, cuando estamos prestando mucha atención a una tarea. Según las primeras conclusiones, dependiendo del estilo de lo que leamos: se activan patrones distintos en nuestro cerebro; y se coordinan funciones cognitivas mucho más complejas que las que se movilizan cuando se trata de trabajo o juego. ¿Qué reacciones provocaría leer este blog dentro de una máquina de resonancia? Afortunadamente Standford nos queda lejos.

Pero sin necesidad de resonancias magnéticas, ni estudios multidisciplinares, nos atrevemos a asegurar que para evitar que el pensamiento se convierta en un acto reflejo, como el que intentan provocarnos esas risas enlatadas del principio: la única prevención posible se encuentra en las bibliotecas.

Por eso vamos a cerrar con otro experimento, que puede resultar tan incómodo como estar dentro de un túnel de resonancia magnética. Visionar escenas del clásico del terror El resplandor de Kubrick, con banda sonora propia de una sitcom: es un cruce de mensajes a nuestro cerebro, que confiamos no provoque ningún cortocircuito neuronal a nuestros seguidores.




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Magnifica la peli " Del Reves", interesante el papel de las emociones en nuestra vida, es lo que deberiamos aprobar todos con nota en " INTELIGENCIA EMOCIONAL". Muy buena la consideración de las bibliotecas como baluarte en integración y de lucha contra la marginación, dónde los prejuicios queden desbancados por la tolerancia y la comprensión.

El blog de la BRMU dijo...

Muchas gracias, y sobre todo la consideración de las bibliotecas como lugares para ejercitar el sano ejercicio de la disidencia. Frente a la estandarización cultural que exige el mercado, que parece querer uniformar los gustos de todos; y hacer que los libros, películas, música, etc… caduquen cuanto antes para poder llenar los escaparates con novedades: las bibliotecas conservamos la oferta más plural y variada, ya que no estamos sometidos a las leyes del mercado cultural; y precisamente por eso, permitimos que cada uno confeccione sus propias rutas a la hora de crearse una opinión sobre todos los asuntos que le interesen.

Las bibliotecas tenemos novedades, sí, pero también muchísimos documentos que no lo son, y que es crucial que sigan disponibles para quienes quieran descubrirlos.