jueves, 27 de febrero de 2014

Fascismos cotidianos

Ilustración de Carie Henrie

En el post precedente hablábamos de la misión casi imposible de seducir a jóvenes y adolescentes con la lectura. Pero en estos últimos días estamos viviendo una experiencia en la Biblioteca Regional, que demuestra que pese a todo, siempre hay reclamos que ayudan a desviarles por un instante la atención de las pantallas.

Ana Frank enganchada a Twitter en un
grafiti en Brooklyn

Hasta el 4 de marzo, nuestra sala de exposiciones está ocupada por una exposición cedida por la Casa de Ana Frank en Ámsterdam, una cuidada selección de fotografías, extractos del famoso diario, junto al relato en paralelo de los acontecimientos históricos. Con cada nueva visita guiada de colegios al centro, nos vuelve a sorprender, el interés que sigue despertando la historia de esta adolescente judía. Los que la conocían hacen gala de sus conocimientos, y los que no, enseguida quieren subir a las salas para llevarse su libro prestado a casa.

Una realidad que disipa esa sensación que a veces se nos instala en el ánimo, de que a las nuevas generaciones sólo les interesan el tipo de productos que vienen marcados por grandes corporaciones del entretenimiento.

Precisamente el próximo sábado día 1 de marzo, se celebra en Murcia, el I Encuentro sobre Emprendimiento en Industrias Culturales y Creativas, un intento por debatir en torno a la supervivencia de otras realidades culturales al margen de grandes multinacionales. Afortunadamente, en los últimos tiempos en nuestra ciudad, la cultura no institucional está desarrollando una serie de espacios que dan refugio a toda esa creatividad no estandarizada por parámetros estrictamente comerciales (La Azotea, Café Ficciones, Espacio Pático…) Intentos de resistencia al imperialismo cultural que pretende uniformarnos los gustos, reductos contra el pensamiento único.

El emblemático cine Rex de Murcia por Pedro Vera
Haciendo memoria, sólo hace falta recordar lo que ha pasado con la oferta cinematográfica en la ciudad de Murcia. Los que pensaron que los títulos que antes no se estrenaban, al multiplicarse las pantallas iban a llegar: se quedaron con un palmo de narices. Unos pocos títulos copan la mayoría de salas, y la variedad de cinematografías que antes, más o menos, existía, quedó reducida a la mínima expresión (gracias a los reductos de la Filmoteca y algún que otro ciclo, como el encomiable ciclo de óperas y ballets en directo). Y por no hablar de los cada vez más monótonos expositores de algunas librerías.

Bieber "postureando" para parecer malote
Pero volviendo a Ana Frank, y los gustos juveniles, hace unos meses saltó a los medios una noticia cuya lectura resulta de lo más ilustrativa sobre lo que hablábamos. El fenómeno mainstream adolescente de los últimos años, la estrella musical Justin Bieber, provocó una de esas polémicas tan necesarias para una celebridad del siglo XXI. Cuando visitó la Casa Museo de Ana Frank en Ámsterdam, dejó escrito en el libro de visitas: “Ojala Ana Frank hubiera sido una believer” (es decir, una fan de él mismo), lo que provocó un aluvión de críticas y comentarios que sobrepasaron a los responsables del museo.

Queda claro que la figura y vida de Ana Frank, siguen vigentes. Un recordatorio permanente de esos pequeños fanatismos cotidianos sobre los que siempre tenemos que mantenernos alerta, para que no degeneren en causas mayores. Ya tratábamos este asunto en Mi lucha en digital, pero noticias provenientes de Japón vuelven a sonar de lo más inquietantes.


Conocía el Holocausto antes de que se hiciera mainstream


En Tokio, la policía anda investigando los misteriosos destrozos acaecidos en 38 bibliotecas del centro de la ciudad. Páginas arrancadas o cortadas con cúter de más de 300 ejemplares del Diario de Ana Frank, así como de otras obras relacionadas con su figura. Puede ser la obra de un perturbado, pero en cualquier caso no deja de resultar inquietante.

Confiemos en que la nueva adaptación al cine que de la vida de la adolescente judía va a llevar a cabo el cineasta israelí Ari Folman (autor de la bella Vals con Bashir), sirva como él mismo dice, para mantener vivo su recuerdo entre las generaciones más jóvenes. Es el único antídoto para desactivar esos pequeños fascismos cotidianos que nos rodean casi sin darnos cuenta.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Los fascismo cotidianos, la intolerancia, los despotismos. Es el tema, el eterno tema, la dominación y el poder.

Quizá ahora somos más receptivos y vemos dominación dónde antes era actuaciones normales. Se me ocurre como ejemplo de fascismo cotidiano El maltrato de genero, las mujeres que son agredidas, por sus maridos en teoria por la persona que te debe de querer y respetar, no es un fenómeno nuevo, ha existido siempre lo único es que antes se toleraba y ahora no. Bueno sin llegar a estos extremos en lo cotidiano hay también expresiones fascista quizá no tan extremas como el maltrato, el racismo, el clasismo pero igual de reprochables. Son intolerancias nimias pero que demuestran o expresan fascismo cotidianos tolerados por la sociedad y admitidos como conductas normales, desde el más simple ninguneo hasta una simple mirada de desprecio. Quizá la naturaleza humana tenga todavía mucho que aprender en este aspectos.

El blog de la BRMU dijo...

Ninguno estamos a salvo de pequeños gestos de fascismo cotidiano, siempre que se queden en eso, en pequeños gestos, no hay que obsesionarse; pero siempre es bueno mantenerse alerta, no sólo hacia el comportamiento de los demás, si no hacia nuestro propio comportamiento.

Y como siempre la mejor protección ante cualquier tipo de fascismo o intolerancia: la cultura.

Anónimo dijo...

Pues a mi me parece que la mejor protección hacia comportamientos autoritarios, intolerantes, más que en la cultura está en la EDUCACIÓN y tambien de ACTITUD. Hay personas con mucha cultura que hacen gala de intrasigencia, de prepotencia, y desprecio a todo lo que no es de su gusto. Nunca mejor dicho, por lo visto Hitler tenía una gran Biblioteca y posiblemente una gran cultura, de todos es sabio su amor por las obras de arte y su adoración por Wagner y la música clásica.

Así que me da en la nariz que no tiene que ver mucho con ser más o menos culto o al menos con lo que se entiende por ALTA CULTURA, y si mucho, con ser una persona abierta hacia otras formas de entender la vida, de valorarlas Y respetarla.

También, ayuda mucho a ser más tolerante y respetuoso, el viajar, el relacionarse con todo tipo de personas y por supuesto el rodearte de gente BUENA y saludable mentalmente, aunque su nivel cultural no sea muy elevado.

Pero claro, es mi opinión personal.

El blog de la BRMU dijo...

Por supuesto, la crueldad del inteligente, del cultivado puede ser mucho más peligrosa. Como bien dices sin educación poco se puede hacer, pero cuando hablamos de cultura no nos referíamos a simple acumulación de conocimientos, sino a una cultura que implique un compromiso ético. Esa sería la combinación perfecta, tal y como dices sin educación, y sobre todo, sin capacidad de ponerse en el lugar del otro, por mucha cultura que se acumule poco se puede obtener.