lunes, 28 de marzo de 2016

Murcianía líquida

El cartel para el Bando de la Huerta 2016 
en el reflejo de la murcianía líquida


Pocas cosas deben de resultar más difíciles para un reportero televisivo que retransmitir un evento como el Bando de la Huerta, el Entierro de la Sardina o cualquier procesión con el ánimo de resultar original.

¿Qué puede decirse sobre las maravillosas policromías de Salzillo o el colorido de los refajos que no se haya dicho ya? Ni falta que hace, la tradición ha de ser eso: un plagio en bucle que se repite cada año dando sensación de continuidad, de que hay cosas que no cambian, y se supone nos definen por el hecho de conocerlas desde siempre. Pero, ¿hasta qué punto nos definen?

El hecho de nacer en un territorio es algo meramente accidental. En pleno siglo XXI, y ya desde el XX, con la eclosión de los medios de comunicación y las nuevas tecnologías: la identidad cultural de cada uno está hecha de mil referentes de la cultura global, radicalmente distintos a los que podían configurar la identidad de nuestros antepasados.

La orgullosa bandera del estado imaginable de Tudmiria: un proyecto multidisciplinar encabezado por Juan Manuel Chumilla-Carbajosa que ironiza sobre los nacionalismos


A un nacido en los 80 ¿qué le emociona y le resulta más personal el Smells like a teen spirit (por poner un ejemplo) de Nirvana o una jota huertanica? No son cosas incompatibles, ni mucho menos; pero como ya reflexionábamos en La Murcia de cada uno, lo enriquecedor es el panorama que surge de la fricción entre esos referentes foráneos que nos pueden ser más próximos (no geográficamente, pero sí sentimentalmente) que los que se producen a escasos metros de donde nos parieron. El contraste entre la identificación que podemos sentir hacia lo que nos gusta, provenga de donde provenga; y lo que se supone que es nuestro, y nos resulta en cambio más ajeno.


Viñeta de La casa de Paco Roca. Historia de unos hijos que vuelven a la casa 
de veraneo familiar, tras la muerte del padre y se enfrentan a sus orígenes y recuerdos.


Fernando Trueba al recibir el Premio Nacional de Cinematografía el pasado septiembre, montó uno de esos revuelos que tanto gustan a los medios al declarar: que estaba a favor de destruir fronteras, y que nunca se había sentido español. Sin entrar en lo oportuno o no de sus palabras, si fue una ironía como aclararía después; o pretendía provocar al personal: siendo un francófilo declarado, no es para rasgarse las vestiduras.

Sólo hay que ver los ecos del cine de Renoir en su oscarizada Belle epoque, o los de Jacques Rivette en El artista y la modelo, para constatar su amor por lo francés. Por otro lado sólo hay que atender al hecho de que vaya a rodar la segunda parte de La niña de tus ojos: para comprobar que sin el humor de Berlanga, las películas de CIFESA del subgénero folclórico o el humor genuinamente español del guionista Rafael Azcona: su obra no existiría.


La españolada revisitada por Trueba

¿Tendrá algo que ver todo esto con la identidad de los tiempos líquidos de los que habla el filósofo y sociólogo Zygmunt Bauman? Ufff, apasionante sin duda, pero demasiado intenso cuando el olor de azahar y el de los paparajotes en las barracas, nos activan memorias olfativas que teníamos adormecidas.

Preferimos celebrar artículos como el que recientemente publicó AD España, una de las más prestigiosas revistas de diseño, arquitectura, arte y decoración dedicada a creadores y lugares de la Murcia actual bajo el poco esforzado título de: Murcia, qué bonica eres.



El artículo en AD sobre Murcia


Collage de la artista murciana Greta Bungle
Doble orgullo al constatar que con algunos de los que salen citados en dicho artículo hemos colaborado no hace mucho en la BRMU (Pedro Lobo, Las culpaSS, Titis clothing… y otros con los que estamos colaborando, o tenemos muchas ganas).

Muchos de estos espacios o creadores (y muchísimos otros de los más diversos campos), sin especiales alharacas, sin necesidad de retóricas: fusionan lo autóctono con lo foráneo de manera natural: y redefinen algo tan difuso como es el concepto de murcianía que, periódicamente, nos asalta en algunos discursos, sin saber muy bien a qué se refiere.

No es por comparar, pero ya que estamos: de la movida madrileña de los 80, los que han perdurado en el recuerdo (e incluso algunos prosiguen sus carreras con éxito) son aquellos que integraron lo propio con lo ajeno, que se empaparon de lo que provenía de la cultura de masas anglosajona y lo mezclaron hábilmente con lo autóctono. Ese ha sido siempre el camino.



La residencia de artistas de La Postiza:
vanguardia en plena huerta
Eso no evitará el macrobotellón o el travestismo huertano que tanto desmerece la labor de las peñas huertanas por conservar las tradiciones: pero al menos hace que esa identidad murciana sea cada vez más rica y plural, y termine generando afectos en las nuevas generaciones.

Volviendo a Francia, pero ya sin Trueba: los franceses han sido maestros en eso de hacer suyo lo que les gusta. En un descuido te hacían francés a Picasso o a Almodóvar, y si no pueden: te lo desprestigian como en el caso de Rafa Nadal. La falta de chauvinismo murciana en este sentido, puede jugar a favor: y crear una identidad permeable, que se base en la cultura por encima de todo.

Precisamente, en su libro Identidad, el citado Bauman nos advertía:

"las identidades flotan en el aire, algunas elegidas por uno pero otras infladas y lanzadas por quienes nos rodean. Es preciso estar en permanente alerta para defender a las primera de las segundas"

Obra de Ida Asady, miembro del Colectivo inglés BLNT, que actualmente
reside en La Postiza. Su trabajo se centra en contrastar la cultura
murciana con la inglesa.

Y aunque sea mucho arrimar el ascua a nuestra longaniza (más apropiado que sardina en estas fechas): la reacción que estos días está generando en las redes sociales la noticia de nuevos recortes en la Biblioteca Regional (petición de firmas en Change.org incluida): hace que la liquidez de esa murcianía difusa se haga sólida. Más allá del debate político, que los ciudadanos se impliquen en defender a las instituciones culturales de su sociedad, es la mejor manera de construir libremente nuestra propia identidad. 




2 comentarios:

Anónimo dijo...

Murcia, la desconocida, la auténtica, la profunda, la costera, la huertana, la del altiplano, la sibarita, la mundana, la cosmopolita, la de raíces. Me quedo con todas, todas nos aportan cosas, pero con lo que no me quedo es con la Murcia clandestina, para los que amamos la libertad y hemos luchado por alcanzar metas que hace unos años eran imposibles, nos da grima lo clandestino, lo furtivo, el esconderse para ejercer derechos y emociones.

Una Murcia diversa, plural y libre es la que queremos.

El blog de la BRMU dijo...

Lo bueno es que haya donde escoger, no hay discursos únicos para hablar de Murcia (como de ningún otro sitio), hay tantos como habitantes tenga el lugar; y eso es lo enriquecedor. Y últimamente además cada vez hay más voces con ganas de expresarse y enriquecer la cultura murciana, así que estamos expectantes por ver cómo se va desarrollando todo.

No lo podíamos haber dicho mejor que tú: diversa, plural y libre.