El estereotipo bibliotecario nos pinta en ocasiones con rasgos propios del síndrome de Diógenes: acumulando libros, documentos u objetos desvencijados que nos resistimos a tirar a reciclaje. No negamos que estemos necesitados de algún tipo de tratamiento psiquiátrico (pero el gremio al completo, sin excepciones) pero desde luego no será por el afán acumulativo en nuestra biblioteca.
El placer que sentimos al tirar nuestras antiguas fichas de préstamo (que había que marcar con un fechador con cada nuevo préstamo) o en retirar los antiguos carnés de la biblioteca, para los que exigíamos dos fotografías tamaño carné; es casi tan inconfesable como cuando nos podemos deshacer de algún
best seller pasado de moda, haciendo canastas con el contenedor del reciclaje.
Y por culpa de esas aficiones, nunca nos pasará lo que le ha pasado a la Biblioteca Pública de Chicago, entre cuyas antiguas fichas firmadas por los lectores al retirar una obra en préstamo, se ha localizado la firma del mismísimo
rey del rock.
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El autógrafo del Elvis adolescente en la ficha de la biblioteca,
y el autógrafo de la estrella consagrada |
Un Elvis Presley de 13 años, mucho antes de que Rizzo pudiese cantar aquello de:
Elvis aleja de mí esa pelvis en el musical
Grease, era asiduo de la biblioteca, de la que retiró en préstamo:
El corazón valiente, la vida de Andrew Jackson para jóvenes.
El pasado verano la valiosa ficha de préstamo se subastó alcanzando la cifra de 7.500 dólares. ¿Cuánto daríamos nosotros por encontrar autógrafos de mitos como Elvis en nuestras fichas?, ¿y si algún famoso de incógnito visitó nuestra biblioteca, y nosotros descerebrados, tiramos su firma a la basura?
En fin, no nos consta que grandes estrellas hayan acudido a nuestro centro como usuarios, de hecho sólo tenemos noticias de
una concursante de Gran Hermano que fue usuaria nuestra durante un tiempo; pero mucho nos tememos que de su firma poco íbamos a poder sacar. Aunque bien pensado, el que una concursante de ese programa sea usuaria de una biblioteca, ya es un notición (a ver si al final resulta que es un experimento sociológico como sostiene la Milá).
Pero como nada es casual en este blog, esta aparentemente anecdótica noticia entronca con un proyecto en ciernes que estamos estudiando, pero del que de momento nada podemos decir. Eso sí, lo que nos ha venido a la mente es una entrega de la extinta sección de nuestra revista:
Los tebeos no son cosa de niños, en la que recomendábamos cómics, fantaseando con celebridades que hubiésemos querido como usuarios de nuestro centro.
Y es que nuestros usuarios no son secundarios, ni figurantes en nuestra biblioteca: son las estrellas de las películas que nos montamos cada día para seguir adelante.
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