En Moda guerrillera ya hablamos de uno de esos disparates nipones en forma de ficción, que nunca dejan de sorprendernos. Se trataba de la serie anime: Library wars (Guerras de biblioteca), y siguiendo la lógica comercial japonesa, ahora se estrena su versión cinematográfica con actores reales.
Aunque la novela originaria data de 2007, la trama de estas guerras bibliotecarias pareciera una lectura distópica de nuestro presente más inmediato. Si la III Guerra Mundial se está librando ya en los ordenadores de medio mundo, esta historia sobre una sociedad cuyos medios están totalmente controlados por el poder, y en la que los bibliotecarios terminan cogiendo las armas para defender la libertad de expresión y pensamiento, no podía resultar más oportuna.
Este armagedón bibliotecario nos recuerda varias cosas, por un lado al cómic que el artista murciano José David Morales realizó para la primera Brújula para tebeos, en el que nuestra biblioteca era el único edificio incólume tras una hecatombe nuclear.
También nos recuerda a la irreducible aldea de Astérix, y a su resistencia alegre y numantina ante el invasor. Y es que en estos tiempos bárbaros (que diría Alessandro Baricco) las amenazas se multiplican, y puestos a sobrevivir, se nos ocurre otro argumento para un blockbuster de éxito asegurado, cuya sipnosis podría ser la siguiente:
“En 2025, una hecatombe digital ha sumergido al mundo en un caos que colapsa la economía, la política, las telecomunicaciones…los ciberataques son tan fuertes que ninguna profesión está a salvo. Pero un pequeño grupo de bibliotecarios sobreviven, comunicándose gracias a un lenguaje basado en la CDU. Todo el saber acumulado por los hombres, se mantiene preservado en las estanterías de las olvidadas bibliotecas, y ahora todo ese trabajo inútil a la luz de la nueva era digital, se convierte en el último garante para la supervivencia de la civilización”Ahora sólo faltaría que J.J. Abrams (el creador de Perdidos, y revitalizador de Star Trek y próximamente también, de La guerra de las galaxias) montara un espectáculo palomitero en 3D, para que la figura del bibliotecario se erigiera como el nuevo Indiana Jones de los tiempos digitales.
Pablo Genovés, artista con fijación por la destrucción de espacios culturales |
Pero hablando de catástrofes y cultura, no podíamos dejar de mencionar la obra del artista Pablo Genovés, fascinante en su representación de espacios culturales devastados. Si como dicen, La Manga y Venecia terminarán finalmente engullidas por el mar, esta imagen de biblioteca inundada resulta de lo más inquietante a la vez que evocadora. Casualmente en el cómic Por el imperio de Bastien Vives, también aparecía una biblioteca que se inundaba, arrastrando a soldados y estanterías.
Pero dada la contrastada capacidad para la supervivencia de los bibliotecarios, más que perecer ante este tsunami, nos transformaríamos en bibliotecas líquidas, o aún mejor: en una biblioteca-flotador, genial comparación que nos brindaba una seguidora de este blog a través de Twitter: “sois mi flotador de pato para el verano”
Y no hay nada que nos apetezca más: ser un flotador de pato, que mantenga a salvo a nuestros usuarios de naufragios a base de cultura y servicios, mientras que ellos nos permiten seguir flotando a nosotros.
En cualquier caso, está claro que se trata de mantenernos a flote mutuamente, hundiéndonos lo justo para volver a salir y respirar, como hacía PJ Harvey en su líquido tema de los 90: Down by the water (Debajo del agua)
4 comentarios:
Oi oi oi, qué cosquilleo pinchar sobre "otro seguidor de nuestro blog" y llegar al mío.
Muchas gracias :)
De nada Luis, gracias a tí por tu apoyo a nuestro trabajo.
Jo, sois fantásticos. Me encanta vuestro blog ¿de donde sacáis noticias tan curiosas relacionadas con el mundo de los libros, lectura, bibliotecas, etc.? Gracias por aportarnos otro enfoque.
Pues vamos rastreando de aquí y allá noticias sobre bibliotecas y cultura en general, pero sobre todo intentamos darles la vuelta para hacerlas atractivas. Esperamos seguir sorprendiéndote, gracias por seguirnos.
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