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Cualquier narrador sabe que iniciar una historia con un arranque de impacto, conseguirá captar la atención inicial, pero a cambio se corre el riesgo de no estar a la altura de la expectativa generada en el resto del relato. Nosotros arrancamos el mes con el Picoesquina
Por eso ya estamos maquinando cuál será nuestra segunda Acción artístico-bibliotecaria, otra novedad que lanzamos en junio y que sigue luciendo en nuestras salas, buscando aunar arte y bibliotecas, en combinaciones que aspiran a resultar tan impactantes como las que mostrábamos en Mutaciones librescas.
Y es que el concepto de bibliotecas-nido caló hondo en nuestros seguidores, no era para menos con frases tan contundentes y acertadas como: “los bibliotecarios son los superhéroes de la cultura” o “las bibliotecas son centros democráticos por excelencia”, que ya se han convertido en lemas que ganas nos dan de grabar sobre nuestra fachada.
Otra frase de las que no se olvidan fue: “soy como una plancha eléctrica, que cuando enchufo caliento en España y en cualquier lugar del mundo”, tal cual como hacemos las bibliotecas: guarecer y reconfortar a todos al calor de la cultura ante esta crisis que todo lo arrasa.


Ante posibles veredictos implacables por parte del espejo, en lo que a la operación bikini se refiere, siempre se podrá alegar en nuestro descargo que con manjares tan exquisitos, como los que mostrábamos de Firo Vázquez en Biblioteca caníbal, es totalmente comprensible el descuido.
Tal vez no estemos a punto para un striptease impecable (que tan bien vendría para cerrar en lo alto un relato tan trepidante); pero como dijo el poeta, al final nuestro cuerpo terminará siendo polvo, pero eso sí, siempre polvo cultivado.
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