Al cumplirse diez años desde la creación del campo de concentración de Guantánamo, la noticia más pintoresca que ha saltado a los medios es precisamente una relativa a la biblioteca de este singular penal.
Crítica social envuelta en comedia |
Una noticia que nos recuerda a la escena de la estupenda comedia clásica: Los viajes de Sullivan de Preston Sturges. Concretamente aquella en la que los reclusos de una penitenciaría estadounidense en los años 40, olvidan todo su dolor y tristeza en una iglesia de negros (los desposeidos se consuelan unidos), gracias a la proyección de las aventuras del ratón Mickey. Todo ello ante el estupor del director de cine protagonista de la cinta, que disfrazado de vagabundo, se ha infiltrado para conocer de primera mano el sufrimiento de los parias de la sociedad, para así mejor retratarlo en sus películas:
El poder de la risa como bálsamo del atropello a las garantías legales básicas que asisten a cualquier recluso, y que la primera potencia del mundo lleva años ignorando.
La periodista Emma Reverter en su libro Guantánamo. Diez años, nos proporciona una descripción de la biblioteca de Guantánamo que reproducimos a continuación:
Lo que nos planteamos al leer la descripción de Reverter, es ¿cómo será ser bibliotecario de un centro de estas características? Desarrollar una profesión que pretende fomentar la cultura como herramienta para hacernos libres, en un lugar que ha abolido toda seguridad jurídica para los individuos que mantiene encerrados, y que ha recurrido a la tortura y la humillación, aún a sabiendas de que muchos de los detenidos son inocentes."la biblioteca no es más que una caseta prefabricada con cinco estancias unidas por un pasillo central y se encuentra fuera de la cárcel […] más que una biblioteca es un almacén de libros, revistas y DVD. Los prisioneros no tienen acceso a la caseta pero reciben en sus celdas listas con los libros, DVD, revistas y periódicos disponibles y una vez por semana pueden solicitar material de lectura"
Guantánamo versión Banksy |
Pero volvemos a situaciones contrapuestas para cerrar este post-reflexión en torno al desconocido bibliotecario de Guantánamo. Volvemos al raton Mickey y Guantánamo, una alianza que el artista urbano Banksy unió en una de sus más arriesgadas acciones artísticas: infiltrar un maniquí vestido como un preso de Guantánamo en medio de una atracción de Disneyland. Perfecta metáfora con la que cerrar este post: la risa como catarsis, y la acción artística como herramienta para la denuncia.
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