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Las chicas de oro: bibliotecarias del futuro |
Para algunos, bibliotecas y bibliotecarios somos algo propio de la serie
Las chicas de oro (la original americana, no el engendro español), es decir: entrañables pero anticuados, simpáticos pero desfasados. Y cuando a punto estábamos de reservar plaza en Prados soleados (que así se llamaba la residencia de ancianos, a la que Dorothy amenazaba con enviar siempre a su madre Sofía) resulta que según un estudio de una consultora australiana: a los gobiernos les
sale más rentable invertir en bibliotecas, que en oro. Y lo argumentan con datos plenamente objetivos.
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Dorothy entregando su carné de biblioteca |
Si durante el 2012 se hubieran invertido 100 dólares en el dorado patrón, los beneficios este año serían de 110 dólares. En cambio según las estimaciones de SGS Economics: de cada 100 dólares invertidos en bibliotecas, los beneficios para la comunidad se cifran en 290 dólares. Este beneficio se materializa en la formación que proporcionan a los estudiantes, en el apoyo a emprendedores, que gracias a los recursos públicos pueden desarrollar sus proyectos y negocios, en el asesoramiento a parados en la búsqueda de empleo (como nuestra
Biblioteca Punto de Empleo) y en tantos otros aspectos que devuelven casi duplicado, cada dólar que se invierte en bibliotecas públicas.
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Blanche ligando en la biblioteca |
Así que no es de extrañar que la responsable de la Asociación Australiana de Información y Bibliotecas haya declarado:
“Las bibliotecas son tan importantes en la era de libro electrónico como lo han sido en la era del libro impreso. Son lugares donde la gente conecta, encuentra información y explora nuevas ideas” y ello, nos atrevemos a apostillar, incide en el bienestar social, y por ende, en el potencial económico de la comunidad.
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Asfixiada en oro |
Argumentos de peso para descascarillar esa capa de oro con que algunos pretenden
asfixiarnos cual chica Bond en
Goldfinger, pintándonos como venerables templos de alta cultura llamados a languidecer en esta liviana, hasta la transparencia, era digital.
Fuente:
Alia
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