Hay obras que saben cómo engancharte con muy poco. El cómic recién llegado a nuestra Comicteca, Nowhere Men, es uno de esos títulos que con una sola frase hacen que ya te pique la curiosidad.
La combinación entre la imagen chulesca y desafiante de la chica dibujada en la cubierta, junto con el eslogan de su camiseta (La ciencia es el nuevo rock and roll) te llevan como mínimo, a echarle un vistazo a ver de qué va.
Y lo que te encuentras, es una original primera entrega de una historia que va más allá de la ciencia ficción, y que promete una serie de lo más innovadora e intrigante. Cual McCartney, Lennon, Starr y Harrison, cuatro científicos protagonizan esta historia, en la que sus referencias a The Beatles no resultan para nada gratuitas; y donde la ciencia como el nuevo rock and roll, va cobrando cada vez más sentido.
El ingeniero padre de la electricidad comercial |
No vamos a decir que Eduard Punset tenga categoría de rockstar, pero casi. Sus fans se cuentan por miles, y figuras como Stephen Hawking son ya iconos de la cultura pop, plenamente asentados, por no hablar de los Bill Gates o Steve Jobs, deidades de esta era tecnológica que nos empuja a mirar el mundo desde otras perspectivas.
Además, la ciencia se ha convertido en un tema estrella que da para muchos, muchos artículos en la prensa generalista. Los tan socorridos estudios sobre las cuestiones más peregrinas de universidades extranjeras que por supuesto ni sabíamos que existían, y que dan pie a tantos jocosos comentarios en las tertulias televisivas. Por ejemplo, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Howard Gardner sostiene en su obra Estructuras de la mente que “Si pudiéramos explicar la música, podríamos encontrar la clave para todo el pensamiento humano”.
Un interesante artículo de la Rolling Stone bajo el nombre de El rock nos hace más listos, lo contaba hace tres años, así como mencionaba el denominado efecto Mozart. Lo que viene a sumarse a los beneficios de la lectura científicamente demostrados de los que hablábamos en Sheldon Cooper ya lo sabía.
El caso es que desde que en los 90, la psicóloga Frances Rauscher expuso a 36 estudiantes durante 10 minutos a la música de Mozart, y constató los efectos positivos que tuvieron en pruebas de razonamiento espacio temporal; un rosario de estudios posteriores han apoyado o rebatido la idea de que escuchar a Mozart nos haga más inteligentes. En cambio, lo que no precisa de ningún estudio científico que lo corrobore, es el convencimiento puramente empírico de que la música que nos gusta actúa de manera beneficiosa en nuestro ánimo.
El Hawking de los Simpson |
El caso es que todo esto nos sirve para reafirmarnos en lo acertado que fue combinar matemáticas y música en la selección para nuestra Pasarela BRMU/Pedro Lobo (que ya tiene los días contados); y para chulearnos y asegurar que las bibliotecas también somos el nuevo rock and roll en esta era digital.
Logo del show televisivo de La 2 dedicado a la ciencia |
2 comentarios:
https://www.youtube.com/watch?v=lwJVLsYpbLA
Para que luego digan que el rock no es fuente de inspiración y que no estimula la actividad intelectual, me gustaría saber a mi quién ha hecho ese estudio. Me da que el rock es ante todo energía y ésta se encuentra tanto en el intelecto, como en el físico.Que el rock por mucho que se empeñen no es regueton, ni lambada, ni otros sucedaneos. En el rock se manejan muchas variables y todas importantes y a veces complicadas de resolver.
Todo lo que te motiva a moverte (física o mentalmente) es energía positiva; y el rock tiene el poder para conseguir ambas cosas. Totalmente de acuerdo. ¡Larga vida al rock!, yeahhhh (y a las bibliotecas, claro está)
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