Mao y las nuevas tecnologías |
Allá por los 70, muchos españoles cruzaban la frontera en pos de El último tango en París. El efecto prohibición siempre es el mejor reclamo, y a cuestas con décadas de educaciones represivas, cruzaban la frontera famélicos de alegrías eróticas, como ahora los chinos cruzan la frontera con Hong Kong hambrientos de libros prohibidos.
Zhang Yihe |
Ya lo contábamos en el caso de los Librotraficantes de la frontera: la cultura es como el agua y busca cualquier resquicio por el que filtrarse. Y no es fácil en el caso de las autoridades chinas, puesto que el listado de obras prohibidas no se conoce oficialmente (aunque obviamente predominan las de temática política o histórica), y hasta el momento en que se cruza la aduana, los "traficantes" no pueden saber si les requisarán la peligrosa mercancía.
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Precisamente Zhang Yihe dio una charla en la reciente Feria del Libro de Hong Kong, que como era de esperar estuvo repleta de libros prohibidos. A esta tentadora oferta, se une el hecho de que más de 200.000 personas cruzan la aduana de Hong Kong diariamente, lo cual no se lo pone precisamente fácil a la labor censora de las autoridades.
Estos agujeros en la seguridad china, unidos a las grietas que las nuevas tecnologías practican cada día en sus férreas estructuras, hacen peligrar la línea de flotación de la censura china a pasos agigantados. Y nosotros que lo celebramos.
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