Ya lo hemos insinuado más de una vez, y que nos den la razón, es un motivo más para reafirmarnos. Por supuesto somos pro-lectura digital (vamos, somos pro-lectura aunque sea de prospectos), pero está claro que el valor del libro impreso se está revalorizando como objeto artístico.
Un caso es sintomático al respecto: los cómics, o mejor dicho las novelas gráficas. El formato digital puede que acabe con los comic-book (cómics grapados) o algunos mangas, que suelen corresponderse con lo más comercial, pero en cambio está provocando que las editoriales, cada vez más, editen novelas gráficas que son auténticos fetiches artísticos.
Pero no es el ámbito del cómic solo donde se está dando esta tendencia, el libro de artista está conociendo un auge que se pudo constatar en la I Feria del Libro de Artista que se celebró el pasado junio en Madrid.
Una oportunidad para disfrutar del libro como continente, además de como contenido. Una muestra palpable de ética y estética en esta exhibición del fetichismo librario más artístico, que es un paso más allá del aburguesamiento de este concepto que ya planteábamos en Bibliotecas pijas.
El libro excusa para el arte |
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