jueves, 15 de septiembre de 2011

Rayuela entre líneas




En una entrada del mes de junio contábamos la costumbre de Borges de incluir anotaciones y comentarios en los márgenes de los libros que iba leyendo; y ahora otro gigante de las letras hispanoamericanas como es Julio Cortázar, se nos desvela también como un grafómano empedernido mientras leía.

El libro Cortázar y los libros de Jesús Marchamalo, nos desvela los secretos de la biblioteca personal del autor, e incluye sabrosos cotilleos sobre sus manías al ejercer como lector; que pueden descubrirse de su puño y letra en los documentos que nos ofrece este enlace del Centro Virtual Cervantes.

Juicios vehementes sobre lo que leía, corrección de erratas, furiosas anotaciones al margen, preguntas sin respuesta directamente dirigidas al escritor de la obra que estaba leyendo (“Retórica barata, viejo” llega a espetarle en una anotación al mismísimo Valle Inclán), dedicatorias a García Márquez, Italo Calvino, Onetti, Octavio Paz o Carlos Fuentes, y hasta dibujos en los márgenes.

Pequeños vicios ocultos de letraherido que gracias al libro de Marchamalo quedan gozosamente al descubierto.

Noticia completa en la revista Ñ

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