Arrancamos con el indispensable artículo de José Antonio Gómez Hernández, de la Universidad de Murcia, sobre el futuro inmediato de las bibliotecas públicas españolas en mitad de esta crisis. Un análisis certero y extenso que aborda el asunto desde todos los ángulos posibles, y que pone a la Biblioteca Regional de Murcia como ejemplo de algunas de las preocupantes situaciones a las que nos estamos viendo abocados.
Una situación que paralelamente está agudizando el ingenio, y recuperando formas tan básicas y efectivas como el trueque. Se trata de la biblioteca municipal de Ermua, que ha habilitado una zona para que los usuarios puedan intercambiar libros y audiovisuales en el vestíbulo del edificio; algo que practicamos las bibliotecas entre nosotras desde siempre a través de donaciones o canjes, pero que ahora se extiende al público.
Y en un sentido similar se desarrolla el proyecto Bibliotecasa: un proyecto argentino que lleva desde 2008 ofreciendo un portal para el intercambio de libros entre los miembros de su comunidad virtual. Al registrarse, los usuarios de este portal, publican los títulos que conforman su biblioteca, y tienen acceso a conocer qué títulos son los que ofrecen los demás; de esta manera se establece una vía para el intercambio de libros basado en la confianza y la responsabilidad.
Y en un sentido similar se desarrolla el proyecto Bibliotecasa: un proyecto argentino que lleva desde 2008 ofreciendo un portal para el intercambio de libros entre los miembros de su comunidad virtual. Al registrarse, los usuarios de este portal, publican los títulos que conforman su biblioteca, y tienen acceso a conocer qué títulos son los que ofrecen los demás; de esta manera se establece una vía para el intercambio de libros basado en la confianza y la responsabilidad.
Proyectos, ideas, iniciativas con las que lidiar con los tiempos a base de imaginación, voluntad y algo de romanticismo. Algo que no falta en la costumbre del escritor Luis Landero; que de vez en cuando, abandona en el banco de una plaza madrileña unos 50 libros de su biblioteca, para que cualquier viandante pueda adoptarlos. Un bookcrossing de lujo que nos desvela Jesús Marchamalo en su libro: Donde se guardan los libros.
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