En un argumento propio de ese casi subgénero cinematográfico, que es el de mujer occidental que viaja a África, y cae rendida ante la magia del continente salvaje: la protagonista de nuestra historia se instaló en 1989 en Ghana, siguiendo a su marido destinado al país africano, y allí descubrió una imprevista vocación bibliotecaria.
Kathy Knowles, que así se llama nuestra heroína, empezó por leer cuentos a seis niños en su jardín de Acra; para poco a poco terminar recitando improvisados cuentacuentos para más de 70 niños. A partir de ahí, Kathy decidió reflejar en una serie de libros la cultura, la música, las costumbres y la gastronomía de Ghana. Éste fue el comienzo de su proyecto Osu Children’s Library Fund (Fundación Biblioteca Infantil Osu) que empezó ocupando una habitación en su propio domicilio, para 21 años después, haber inaugurado un total de 7 bibliotecas. También ha ayudado a crear más de 200 bibliotecas más pequeñas en escuelas, aldeas y centros comunitarios de su país de adopción, y de la cercana Tanzania.
Actualmente se encuentra buscando financiación para abrir cuatro nuevas bibliotecas, cuyo mobiliario construye un carpintero local de 75 años, que es su gran apoyo. Y aunque el dinero no es fácil de conseguir, la que ha sido apodada como “la dama de las bibliotecas africanas” sigue convencida del poder que la alfabetización tiene para el progreso de las sociedades.
Paradojas continentales, mientras en Estados Unidos y Europa no paran de surgir noticias sobre el cierre de bibliotecas, y recortes en la cultura; en el corazón del África negra un proyecto como el de esta exploradora de la cultura merece todo tipo de premios y reconocimientos.
Kathy Knowles y algunas de sus lectoras |
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