Ru Paul celebrando al Glam con su cuerpo |
Ni por el tacón de aguja, ni por los ojos pintados con dos kilos de rímel, ni por los labios muy negros, ni mucho menos por habernos quedado en el 73. Pero si algo ha quedado claro en el VI Congreso de Bibliotecas Públicas, que se celebró la semana pasada en Burgos, es que las bibliotecas somos las incontestables REINAS DEL GLAM.
Un GLAM que nada tiene que ver con la música o la moda; pero que en cambio, nosotros vemos muy conectados. Pero vayamos por partes. El GLAM del que se habló en el Congreso, es el nombre de un proyecto que persigue conectar a galerías, museos, archivos y bibliotecas a través de la Wikipedia.
Para ello se articulan diversas iniciativas a desarrollar mediante la cooperación entre dichas instituciones. Y hablando de cooperación, si hay alguna institución que ha hecho de la cooperación bandera, esa ha sido la biblioteca pública. Por tanto, es de justicia reivindicar la banda cruzada, o mejor, la corona de reinas del GLAM, para las bibliotecas.
Pero esta entronización a la que postulamos, se refuerza aún más al desvelar que nuestra esencia bibliotecaria, también tiene mucho que ver con el barroco movimiento estético y musical, que abanderaron allá por los 70, figuras como Marc Bolan y su banda T-Rex, Gary Glitter, o por supuesto, David Bowie.
Quizá cueste verlo, si nos quedamos en el estereotipo del bibliotecario/a; pero hay que procurar ir más allá. Si lo que caracterizó al movimiento glam, fue la ambiguedad, el disfraz, y lo divertido: ¿no es acaso esta imagen la que perseguimos las bibliotecas? Ambiguas entre lo impreso y lo digital, maquilladas para seducir al público, bulliciosas cual centros comerciales de la cultura y el ocio.
El actor James Franco travestido para Candy |
Tanto es así, que osamos acuñar una nueva denominación para ese glosario informal, con el que poco a poco, alimentamos este blog.
Se trata de la Biblioteca transformista (o directamente travesti, según el caso), portada inminente para la revista especializada Candy.
Y para argumentarlo nadie mejor que Luis G. Berlanga, y lo que declaró hace años, sobre el rechazo hacia la parafernalia típicamente femenina, por parte de un feminismo mal digerido:
"los taconazos, las medias, los ligueros, los corseletes [...] Si no es por los travestis [...] las generaciones venideras llegarían a olvidar que existió la seducción"
Berlanga, el fetichista hecho fetiche |
Es en este sentido, en el que las bibliotecas se travisten con ropajes lúdicos, divertidos, llamativos y renovados que llamen la atención a un usuario infoxicado y asaltado por miles de estímulos, que cual cantos de sirena, lo aturden y le hacen carne exclusiva de best seller. Sólo de esta manera, aunque sea de estraperlo, preservaremos el concepto de cultura más rico y amplio posible en esta civilización del espectáculo, que diría Vargas Llosa.
Como en este blog somos muy predecibles, si hemos arrancado con una canción, es de recibo concluir con otra. Podríamos haber elegido a grupos filo-glam como Suede o Placebo, pero hemos optado por los Scissor Sisters, por varias razones. La primera, por representar el revival glam más hedonista y lúdico (sólo hay que ver la divertidísima actuación que recuperamos), pero hay otra razón que nos lleva de regreso al Congreso de Bibliotecas Públicas.
Cooperación aparte, si ha quedado algo claro, ha sido la necesidad de la vocación social de la biblioteca. Nos debemos más que nunca a nuestra comunidad, y la participación de nuestros usuarios (presencial o vía digital) es esencial.
Y precisamente el último single de los Scissor Sisters (Let's have a kiki) se ha propagado por Youtube, gracias a un vídeo realizado por un fan, paralelamente al propio vídeo oficial. Una práctica habitual, que supone todo un ejemplo de interacción artista-fan,que para sí quisiéramos las bibliotecas con nuestros usuarios.
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