miércoles, 10 de octubre de 2012

Censores con retrovisor

Haddock expresando lo que piensa de las bibliotecas suecas

Perplejos nos dejan las noticias provenientes de Suecia, durante tantas décadas ejemplo de país moderno, avanzado y desarrollado. O los tiempos han cambiado, o el exceso de celo y corrección política, es un riesgo para la mesura y el sentido común.

Tintín en el Kremlin
Hace un año, en Puritanismo cultural, ya expresábamos también nuestra perplejidad ante el boicot al melifluo (pero apasionante) Tintín, a cuenta de su racismo por sus aventuras en el Congo. Pues bien ahora son algunas bibliotecas suecas, las que han decidido prohibir en sus colecciones tanto Tintín en el Congo, como Tintín en el país de los Soviets.

En pleno debate sobre la libertad de expresión y la oportunidad en el caso de la película y las caricaturas sobre Mahoma, no deja de sorprender esta decisión en un país tan avanzado.

Laurence Olivier embetunado
para Otelo
Puestos a eliminar retrospectivamente cualquier visión del pasado que no coincida con la de nuestra época: ¿por qué no siguen prohibiendo el Otelo de Shakespeare por racista, o El mercader de Venecia por antisemita? Esto solo por citar dos ejemplos de las miles de obras maestras en cualquier arte, que resultan incómodas para los valores contemporáneos.

De refilón, hasta podría recordarnos a la polémica en las bibliotecas estadounidenses a cuenta de 50 sombras de Grey, pero aunque abominemos de la literatura fast food (o fast read), la figura del bibliotecario-inquisidor amén de anacrónica, resulta de lo más desagradable.


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