Cómo ser beatnik en pocos pasos |
Todo movimiento contracultural que se precie, sigue un patrón evolutivo más o menos ajustado a estas fases: irrupción espontánea tras una cocción subterránea, a continuación, objeto de culto para minorías que reafirman su identidad gracias a compartir el secreto. Y si llega a superar esta segunda etapa, lo siguiente será su eclosión en los medios, tras lo cual, solo queda el estereotipo, la parodia y el repudio de muchos de sus seguidores iniciales, para que quede refrendado el éxito.
Una vez desactivada cualquier carga subversiva: será motivo de exposiciones, estudios académicos, memorabilia, merchandising, y lo más importante: inspiración para colecciones de alta costura, que terminarán clonadas por Zara, Mango o H&M para consumo de posers.
De beats a beatniks |
Los gafapastas, los hipsters, los indies o tantos otros modelos de modernidad, que tanto predicamento tienen en nuestro país, más que remitirse a los hippies de los 60, los punks de los 70, o a los posmodernos de los 80, miran retrospectivamente a los beats o beatniks que configuraron la bohemia propia del siglo XX estadounidense, y que a su vez tanto debían a las vanguardias europeas, y a los existencialistas franceses.
Kerouac con el manuscrito eterno |
El manuscrito es la materialización más contundente del frenesí creativo. Kerouac lo escribió en tan solo tres semanas, compulsivamente, pegando rollos de papel con cinta adhesiva, incapaz de detener el torrente de palabras y pensamientos que configurarían una de las novelas más recomendables para todo joven airado y romántico, que anhele comerse el mundo y vivir la vida intensamente.
Dos comics recientes de nuestra Comicteca en torno a los beats |
El halo romántico de los beats retorna a suplementos y revistas; dentro de unos días se estrenará la descafeinada (según las primeras críticas) adaptación hollywoodense de la novela, y nosotros podríamos cerrar con la estremecedora primera frase del poema Aullido del poeta beat por excelencia, Allen Ginsberg: “Yo ví a las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura”.
Pero didácticos e ilustrativos como somos, no podemos evitar terminar con un ejemplo práctico y cañí, de una de las fases por las que debe pasar todo movimiento contracultural para asegurarse la inmortalidad: el estereotipo y la parodia.
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