Escena inicial de Terciopelo azul de David Lynch (1986)
En Coleccionar, ordenar, conservar, asombrar nos asomábamos al maravilloso y diminuto universo del artista del assemblage Joseph Cornell, y establecíamos paralelismos entre los fundamentos de su arte y las funciones de una biblioteca. Y he aquí que hemos dado con otro artista, éste actual, que también se dedica al assemblage y en cuyas creaciones las bibliotecas están más que presentes.
Marc-Giai Miniet es un artista francés entre cuyas obras se encuentran estos pequeños universos cerrados en cajas, en las que la biblioteca suele tener un lugar preferente. Las arquitecturas que recrea son decadentes, 13 rues del percebe con un punto inquietante, las tripas al aire de edificios casi al borde del desahucio.
Y en casi todas estas construcciones, las bibliotecas, los libros, coronan la estructura: a veces iluminando, otras invocando historias truculentas, de fantasmas y secretos inconfesables.
Visitando nuestra biblioteca, es difícil convocar estas sensaciones salvo en los libros (o eso queremos pensar). Los espacios amplios, luminosos, alegres, parecen espantar cualquier mal presagio, pero también tenemos nuestras tripas, nuestros depósitos, sótanos, pasillos oscuros, laberintos: escenarios perfectos para una escena rodada por David Lynch.
Quizá un día deberíamos ahondar más en el lado oscuro de nuestro centro (¿o será demasiado peligroso?) De momento, con los edificios ruinosos de Miniet, y el lado oscuro gentileza de Lynch, ya tenemos la dosis justa de inquietud que nos trastoque la realidad sin llegar a aterrorizarnos.
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