La naranja mecánica: cultura versus barbarie |
¿Qué es una biblioteca corrupta? En el próximo ranking de palabras más amadas y odiadas en castellano: la más odiada por nauseabunda y omnipresente, debería ser la de corrupción. Pero hablando de bibliotecas públicas, ¿cómo asociarlas?
Quizás sería, aquella que volviendo al oscurantismo medieval, boicoteara el acceso igualitario a la cultura; o acaso aquella, cuyas colecciones extirpasen cualquier posibilidad para contrastar y contraponer ideas, y abrir las mentes. O todo lo contrario, biblioteca+corrupción por su capacidad para denunciar y guardar memoria de los delitos, como han hecho en Brasil creando la Corrupteca (¿para cuándo una así en nuestro país?)
Pero no vamos a definir el concepto aquí y ahora, ya volveremos sobre él, a perfilarlo, a cincelarlo, hasta formarle aristas que transmitan todo el desagrado que te recorre el cuerpo al unir ambos conceptos.
En este post vamos a hablar de bibliotecas de corruptos, que no es lo mismo, ni de lejos. Todo viene a raíz de la noticia de que se subasta la biblioteca personal de Bernard Madoff, el gran estafador. Sus bienes se han subastado, y entre ellos se encuentra su biblioteca privada.
Sin duda la subasta de sus libros poco va a mitigar su deuda, pero no deja de resultar curioso echar un ojo a los títulos que conformaban su biblioteca: desde autores del calibre de Philip Roth, Emily Dickinson, Norman Mailer o Dostoievski, hasta los best seller más convencionales. Los pobres libros no tienen ninguna culpa de haber pertenecido a un lector con tan pocos escrúpulos; pero lo que está claro es que de poco le sirvieron las enseñanzas morales o la grandeza de las ideas encerradas en títulos como Crimen y castigo, o La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe.
También se dice que Al Capone lloraba escuchando ópera, lo que deja claro que la cultura poco puede hacer, si para quien la disfruta, nada de lo humano le es ajeno siempre que beneficie a su bolsillo.
¿Y si se subastasen las bibliotecas de todos los corruptos, de todos los que han defraudado, de todos los que han estafado? De poco serviría en la mayoría de los casos, porque sus estanterías deben encontrarse tan desoladas como sus principios.
No obstante, nos pica la curiosidad: ¿cuáles serían las lecturas (si acaso existieran) de personajes como Sadam Hussein, Mahmud Ahmanideyad, Kim Jong-Un, o Pol Pot? Por no citar a otros que resultan mucho más intrigantes, como el mismísimo Hitler del que sí existe información sobre su biblioteca, que parece ser, constaba de más de 6.000 volúmenes, y en la que abundaban obras sobre arquitectura e historia.
Y en cuanto a lo que planteábamos al principio: igual es que las palabras biblioteca y corrupta se repelen como el agua y el aceite, que los buenos libros son siempre inocentes, y no se merecen a los lectores que, en ocasiones, les tocan en suerte.
Pero como no nos va mucho la resignación, ni aceptar las cosas como están, vamos a terminar vociferando en plan naif:
¡¡¡¡ESTOY MÁS QUE HARTO, Y NO QUIERO SEGUIR SOPORTÁNDOLO!!!!!
Escena de Network, un mundo implacable (1976)
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