miércoles, 23 de enero de 2013

Justicia poético-bibliotecaria

El magnífico documental de Orson Welles
sobre el mayor falsificador de arte


La divertida noticia de la biblioteca australiana, que tras la confesión del ciclista Lance Armstrong, ha decidido reubicar los libros sobre sus gestas deportivas, aparte de servir para que las bibliotecas salgamos en los medios, aunque sea por humoradas de este tipo: nos ha hecho plantearnos la posibilidad de que exista una justicia poético-bibliotecaria en la que hasta el momento no habíamos reparado.

Si los bibliotecarios nos concediéramos licencias poéticas a la hora de clasificar los libros por materias, y por tanto, luego ordenarlos en las estanterías: ¿cómo podría ser la biblioteca resultante?, ¿qué pasaría si aparcásemos a la sacrosanta CDU y nos moviéramos por la intuición?

La Clasificación Decimal Universal (CDU) para quien no lo sepa, es el sistema más extendido para ordenar nuestras colecciones. Se trata de una clasificación que ordena los conocimientos del 0 al 9, entrando en subdivisiones, que van especializándose en cada materia.

Por ello, si nos sustrajéramos de la rigidez de la CDU provocaríamos estanterías alteradas que pondrían a algunas cosas en su sitio. Así por ejemplo, los demandados libros de autoayuda que ahora ocupan el número 159 correspondiente a psicología, migrarían al 29 de movimientos espirituales modernos, por esa pseudo mística que roza con el baturrillo ideológico de algunas sectas. Desde luego en el 1 de filosofía no conseguirían infiltrarse ni de tapadillo: Sócrates, Aristóteles, Platón, Nietzsche, Heidegger, Schopenhauer o Savater los echarían a patadas por las noches.

A algunos de los títulos de los economistas más prestigiosos perorando sobre la actual crisis, los desterraríamos desde el 33 de economía que habitan actualmente al 133 de ciencias ocultas, o también al 64 de economía doméstica, en el que igual aprendían valiosas lecciones de las amas de casa.

Obra de Mr. Brainwash, el último
genio de la impostura
Los libros sobre arte y artistas contemporáneos tipo Damien Hirst, ¿no deberían abandonar el 73 de artes plásticas, para pasar al 793 donde se clasifica al ilusionismo, o al 658 donde se ordenan las técnicas comerciales?, ¿los dedicados a las nuevas estrellas del firmamento pop, del 78 de música al 658 de marketing?, o ¿los “escritos” por personajes del corazón y la televisión, del 929 de biografías al 008 de civilización, cultura y progreso: dado que son el testimonio más fiable de hasta dónde ha evolucionado nuestra cultura?



Podríamos continuar hasta alterar la última de nuestras estanterías, pero lo dejamos aquí. Quedan materias muy jugosas, como el 32 correspondiente a política, pero es tan amplio el abanico de números que se nos ocurren donde podríamos reubicarla, que mejor lo dejamos a la imaginación de cada uno.

Si fueras bibliotecario por un día, ¿a qué o a quién le aplicarías la justicia poético-bibliotecaria?


Milli Vanilli, han pasado a la posteridad como
el epítome musical del fraude, pero hay tantos...

4 comentarios:

H. dijo...

Mola. Pero los de Australia resultó ser falso, dicen

El blog de la BRMU dijo...

¡Genial! el fraude sobre el fraude. Rizando el rizo hemos conseguido un post metaficcional o autorreferencial, o como quiera que se diga.

CONDORMAN dijo...

YO LO QUE MAS DESEO ES QUE LO ANTES POSIBLE PODAMOS CLASIFICAR A ESTA P........ "CRISIS" CON EL CODIGO QUE SE LE ASIGNE EN LA CDU A LA PREHISTORIA.

El blog de la BRMU dijo...

Que los dioses te oigan. El 4 en la CDU está vacante, es como un agujero negro, igual deberíamos enviarlo al 4 junto con todas las cosas que nos fastidian la vida.