martes, 27 de diciembre de 2011

Pressing catch III: editoriales contra bibliotecas



La noticia ha caído como una bomba en las bibliotecas

Nada más lejos de nuestro ánimo que convertir Pressing catch en una serie de este blog, pero lo cierto es que no paran de sucederse noticias que nos “enfrentan” con unos y otros.

En esta ocasión son las grandes editoriales las que no están muy conformes con las bibliotecas. Según el escritor y profesor de negocios Randall Stross en un reciente artículo publicado en The New York Times: el préstamo de libros electrónicos a través de las bibliotecas públicas está siendo visto como una amenaza para su negocio.
Las grandes editoriales confían en duplicar la venta de libros electrónicos estas Navidades; pero un dato preocupa seriamente a las editoriales, y es el del record de préstamo de libros electrónicos que se está alcanzando en muchas bibliotecas públicas estadounidenses.

Como comenta Maja Thomas del grupo editorial Hachette, hasta ahora prestarse un libro impreso en una biblioteca conllevaba desplazarse físicamente hasta ella, y luego tener que devolverlo; además los libros impresos tarde o temprano se deterioran y hay que renovarlos; pero la facilidad de que con un simple clic se pueda descargar el libro en casa, es una comodidad que convierte a las bibliotecas en una amenaza para las ventas.


Visto el panorama, las decisiones que los editores están barajando son de lo más expeditivas: añadir inconvenientes para el préstamo de libros electrónicos vía bibliotecas, aumentar el precio cuando el comprador sea una biblioteca o excluir del préstamo los títulos más recientes.

Ya comentamos la medida adoptada por Penguin Books, y ahora es HarperCollins la que ha reformulado sus acuerdos de venta a bibliotecas. Desde marzo pasado, dejó de vender libros electrónicos a las bibliotecas para uso ilimitado; en su lugar, comenzó a dar licencia de uso para un máximo de 26 préstamos, y una vez se alcanza este límite, la biblioteca puede recomprar los derechos de acceso a un coste menor que el precio original. Si bien es cierto que esto solo se aplica a los títulos con mayor demanda, el resto no tienen limitaciones en este sentido.

El autor del artículo concluye valorando positivamente la decisión de HarperCollins. Las grandes editoriales ponen cortapisas al préstamo digital bibliotecario; pero también es cierto, que hay muchas otras editoriales pequeñas que están deseosas de promocionar sus catálogos vía bibliotecas, y que esta opción renueva la función de las bibliotecas al posibilitar el descubrimiento de creaciones minoritarias y alternativas.

Una reflexión pertinente y no exenta de interés, pero que duda cabe que el recelo de las grandes editoriales hacia las bibliotecas, no es una buena nueva para nosotros; y que nos relega en la cadena evolutiva de la cultura digital.

Artículo completo en The New York Times

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