lunes, 28 de noviembre de 2011
Al Pingüino ya no le gustan las bibliotecas
Hemos celebrado en recientes entradas la apuesta por las bibliotecas por parte de grandes grupos editoriales, en lo que se refiere al libro electrónico. Pero la noticia que ha saltado a los medios estos días no resulta muy halagüeña.
Penguin Books, una editorial con un enorme peso dentro del mercado editorial mundial, después de haber ofrecido acceso sin restricciones a las bibliotecas para que los usuarios de Kindle pudieran disfrutar de sus e-books, ahora ha decidido retirar este ofrecimiento alegando motivos de seguridad. Pero, ¿cuáles pueden haber sido las auténticas razones para esta repentina aversión bibliotecaria?
Según han comentado sus portavoces, Penguin quiere mantener estrechas relaciones con escritores, lectores y socios en el mundo bibliotecario, pero que va a aguardar para ello a que se constituya un modelo de distribución seguro y viable. Una muestra más de lo proceloso que está todo en este mundo de la lectura digital, ni los más poderosos saben muy bien cómo manejar la situación. De momento los títulos que Penguin ya ofrecían online para las bibliotecas, van a seguir disponibles, pero no se incorporarán títulos nuevos, esgrimiendo para ello que la editorial pierde ventas al prestar los e-book gratuitamente las bibliotecas.
Una oportunidad de oro para posicionar a las bibliotecas dentro del nuevo panorama, se difumina ante la decisión de Penguin, y las de MacMillan, Simon & Schuster y Hachette Book de limitar el envío de ediciones digitales a bibliotecas. Pero nosotros nos planteamos una pregunta: si en el formato impreso no disminuían las ventas por la existencia de las bibliotecas, ¿por qué ahora va a suceder lo contrario con los libros digitales?
Preguntas al aire que quedarán sin respuesta hasta que la industria editorial no defina mejor su negocio. De momento, lo único claro es que al Pingüino ya no le agradan las bibliotecas, pero no hay que alarmarse: las bibliotecas somos como Catwoman, siempre con una nueva vida en la recámara que seguiremos defendiendo con uñas y dientes.
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