Vamos a abrir un debate, sí, sí, de esos asuntos que planteamos en este blog pensando que todo quisqui va a opinar y luego el silencio digital es absoluto (en cambio con otros, cuando menos te lo esperas, se monta un guirigay). Pues sí, de esos. Un debate oportunista, como corresponde a los tiempos que corren.
En un primer momento, la fiebre desatada por la aplicación para móviles de Pokémon GO, nos ha hecho pensar en el meme que compartíamos hace unos días en Facebook, y que aquí volvemos a reproducir por si alguien no lo vio.
Sólo faltaría la voz de Pepe Mediavilla diciéndolo para que nadie pudiera dudarlo |
Si hace dos post, hablábamos de la dificil convivencia entre bicicletas y peatones por las aceras de las ciudades; ahora si no era suficiente con esquivar vehículos de dos ruedas, también habrá que aprender a esquivar a los zombis viandantes que seguirán a su móvil: igual que los burricos seguían a la zanahoria que colgaba del hilo. En fin, si el siglo ha nacido tonto qué le vamos a hacer (no se quejarán del tono un punto rancio del post, toda una provocación para incitar al comentario).
Una vez soltada la conveniente andanada de convenientes exabruptos, declaramos con cínica sinceridad, que desde la BRMU ya estamos sopesando si sacarle tajada a la moda en cuestión. En Como vacas sin cencerro, ya hablábamos de los peligros de perder el norte bibliotecario por seguir la última moda tecnológica que surge; pero el asunto de la realidad aumentada, que está popularizando este nuevo juego, nos ha hecho volver a plantearnos si deberíamos subirnos también a este carro.
Ana Ordás planteando la pregunta del millón vía Twitter |
A este blog lo siguen bibliotecarios y demás fauna de la profesión, pero también muchos usuarios (y tiene más mérito captar su interés). Por eso, es necesario presentar a Ana Ordás, una de las voces más inquietas e interesantes del mundillo profesional bibliotecario, que ha publicado un post en BiblogTecarios, contando su experiencia con el susodicho juego. Todo un trabajo de campo del que se pueden extraer interesantes conclusiones.
Imagen compartida por RaMGoN en Twitter, de la parada del tranvía frente a BRMU, en la que se detectan presencias Pokémon |
RaMGoN, consultor social media entre otras múltiples ocupaciones, es uno de nuestros seguidores habituales (virtual y presencial) más activo en el mundo digital. En su blog acaba de publicar un post también de lo más interesante para sacarle el jugo a la moda Pokémon GO desde el punto de vista comercial (¿y qué somos las bibliotecas del siglo XXI? A ver todos juntos: ¡¡¡Supermercados de la cultura!!!).
Como afortunadamente, suponemos que aún quedará gente en el planeta con la suficiente salud mental para que: o bien se la refanfinflen los pokémons, o que aunque les hagan gracia, aún no estén muy puestos en el asunto, vamos a aclarar un poco la cosa.
Unos irán a mirar cuadros, mientras otros sólo buscarán Pokémons |
Aunque hace cuatro días que la aplicación se puso en marcha, la locura desatada ha alcanzado ya a algunas bibliotecas y a muchos museos. Por eso, que estamos en un dilema entre si convertir a la BRMU en una Poképarada o en un gimnasio.
¿Conseguiremos con eso atraer a nuevo público? Y si así lo hiciéramos, ¿conseguiríamos seducirles con nuestra oferta más allá de la caza del pokémon de turno?, ¿no resultará un tanto incordiante en caso de tener éxito de afluencia, para aquellos de nuestros usuarios a los que no hace falta ponerles ningún cebo? , ¿terminarán incluyendo pokémons también en los libros? Subiríamos sin duda las estadísticas de préstamo: ¿pero a qué precio?
Demasiadas preguntas para un solo post, cuando en realidad todo se resumen en una sola: ¿tiene algún sentido todo esto? Los comentarios (en el post, en Twitter, Facebook) están abiertos: "y entonces se hizo el silencio" que dirían en una mala novela.
¿Usando o destrozando la biblioteca? |