lunes, 30 de septiembre de 2013

Centrifugando el 2013 [agosto]

[Haz clic en las letras azules, y centrifuga tu cerebro]

Este blog es como una lavadora último modelo, sin manual de instrucciones: centrifuga a 2000 revoluciones y en el mes de agosto no supimos pararla. Y ahora encaramos el otoño, sirviendo el mes bien escurrido, para todos aquellos que, afortunadamente, tuvieron mejores cosas que hacer que estar pendientes del blog.


Podríamos decir que arrancamos el mes acuáticos, porque vivimos tiempos líquidos (según Zygmunt Bauman), pero la cita cultureta nos deja con la pedantería al aire, cuando se constata que tanto en Marejada bibliotecaria en el paraíso, como en Nadando sin guardar la ropa: lo único que buscábamos era enganchar con estímulos veraniegos, para hablar sobre política o hábitos de lectura de los españoles.

Seguimos surfeando sobre la cresta de la tercera ola para abordar a los últimos amos del mundo. Fenómenos como la invasión pop coreana con los grupos de K-Pop (las chicas que encabezan el post), o el inefable Gangnam style, nos dieron pie para preguntarnos sobre las colonizaciones culturales. Y una cosa llevó a la otra, y hasta terminamos formulando un cruce fecundo entre el milenario arte chino de la decoración Feng shui y la lectura.



Pero no se agotó aquí la vena asiática-agosteña, el desenlace del díptico Cuidado con nosotros, también tuvo colofón oriental en un desenlace manga, que haría las delicias de cualquier otaku.

No faltó nuestra entrega mensual de la serie ¿Qué estás mirando?, en esta ocasión de nuevo volcada en los vaivenes y sinsabores de las relaciones amorosas. Sentar cátedra en asuntos sentimentales es totalmente absurdo, la única advertencia posible (e igualmente inútil) sería la de no mirar nunca atrás para, no transformarse en estatua de sal.


Olas, salitre, piscinas, lo reconocemos, no fuimos originales al ilustrar el mes de agosto, pero como dice Michael Moore:

"los bibliotecarios estamos muy ocupados tramando la revolución a la chita callando".

jueves, 26 de septiembre de 2013

Asesinos y poetas

Michael Fassbender, inquietante robot en Prometheus

En los días de vino y libros, ya viajamos hasta los tiempos de la Revolución industrial: y allí regresamos ahora, buscando paralelismos con la revolución tecnológica en que estamos inmersos.

Frente a la utopía de un mundo hipertecnificado y feliz, en el que aliviados de la pesada carga del trabajo, podríamos dedicarnos a disfrutar la vida: nos encontramos con movimientos como Stop the killer robots (Parad a los robots asesinos) que lucha contra el uso de drones como armas de guerra.


Campaña para parar a los robots asesinos

El trabajo escasea, y las máquinas inundan nuestras vidas. No vamos a ponernos apocalípticos (¿qué seríamos las bibliotecas sin la tecnología?) pero puede que la tecnofobia, que inflamó los ánimos de tantos artesanos en el XIX: se cronifique en este siglo XXI. Sólo hay que ver la presentación de David 8, que aunque sea ciencia-ficción, cada vez suena más a ciencia y menos a ficción:



Aria, la robot-bibliotecaria
En las novelas de Asimov, los robots se humanizaban al tiempo que los humanos se robotizaban, por eso le rendimos homenaje en nuestras leyes robótico-bibliotecarias. Y fue en ese post donde también nos preguntamos: ¿cuánto tardarán en jubilarnos los robots bibliotecarios? Pues bien, ya no tenemos que esperar más: ese Godot cibernético ha llegado a la Biblioteca Nacional de Francia.

Se llama Aria, sin tener nada que ver con el género lírico, y ha estado un mes trabajando en dicha biblioteca. En este vídeo se le ve presentándose y recitando.

Diseñado para la biblioteca francesa, Aria recita poesías e interactúa con los usuarios. Las reacciones entre éstos, han sido de lo más variopintas. Primero, despertó la curiosidad y la diversión lógicas, para después, plantear otro tipo de inquietudes.

Muchos usuarios se preguntaban si los robots llegarán a sustituir a las personas, y nos restarán puestos de trabajo. De la simpatía inicial, algunos pasaron a la hostilidad hacia el engendro mecánico.

Pero no hay que otear mucho el horizonte. ¿Cuántas compañías utilizan a robots para contestarnos por teléfono? Y aún peor, cuando finalmente conseguimos que nos pasen con una operadora: ¿se nota la diferencia con el robot?

La tecnofobia en los 50

Por el momento en la Regional, aunque intentemos mejorar día a día, seguimos incurriendo en muchos de nuestros defectos. No podemos evitarlo, somos irremediablemente humanos. En cambio, el impecable robot-bibliotecario del corto de animación con que cerramos, es eficaz como sólo un autómata puede serlo; pero su anhelo más preciado, es algo tan simple como llegar a sonreír como un humano.

El dios de la tecnología puede que rija nuestro tiempo, pero todavía el hombre sigue siendo la medida para muchas otras cosas.


Fuente: Cybedroid

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Merece la pena...


Merece la pena reparar los libros intentando alargarles la vida, calentarnos la cabeza para crear iniciativas novedosas que diviertan y enganchen a la lectura, hacer malabarismos con los presupuestos menguantes, chistar cual rancios especímenes de nuestro gremio ante el guirigay que montan los niños (pero sobre todo, los padres desbocados durante las sesiones de cuentacuentos), tirarnos por el suelo si hace falta haciendo de tigre o lobo cuando no nos llega el presupuesto para hacer actividades, repetir explicaciones en las continuas visitas guiadas, coordinar cursos para que los desempleados encuentren trabajo, rastrear por medio mundo buscando los documentos que necesitan nuestros usuarios...

Por esto, y por mucho más, merece la pena seguir tirando del carro, y sobre todo por chutes de adrenalina como el que nos ha proporcionado la periodista de Onda Regional, Marta Ferrero, en el post que nos dedica en su blog: Pon un bibliotecario en tu vida.

martes, 24 de septiembre de 2013

Al calor del amor en una biblioteca



Uno de los signos más evidentes de la crisis que padecemos, son los locales comerciales en alquiler que se multiplican por nuestras ciudades.

En plena moda zombi, el centro comercial de las ciudades, pareciera ir zombificándose: por una parte, perdiendo locales emblemáticos, y por otra, uniformándose al ser invadido por cadenas que harán que, dentro de poco, dé igual estar en París, que en Valencia o en Madrid.

Da la impresión que (al menos en Murcia) los locales que parecen resistir algo más, son los dedicados a bares y restaurantes. También es posible que sea una percepción engañosa, dado que si España es uno de los países con más bares, es lógico que tarde más en notarse su merma (pese a que el periódico Expansión recientemente, informaba que desde el 2008, se han cerrado 50.000 bares en España).



No sabemos de estadísticas de bares y restaurantes en el Reino Unido, pero por la idea que nos llega desde allí, el clásico de los Gabinete Caligari, de haberse traducido al inglés: habría sido un Top of the Pops en tierras británicas.

En la ciudad de Sheffield están estudiando convertir algunas bibliotecas en bares de vinos, eso sí, manteniendo una parte de biblioteca en el bar. La propuesta, como mínimo suena peculiar, y no hace mucho por disipar el tópico etílico que rodea a los británicos. Ante el peligro de cierre de 16 bibliotecas, algunas empresas de hostelería se han ofrecido a reconvertirlas en bares de vinos, y el ayuntamiento parece dispuesto a dar luz verde.

Buenos libros y buen vino

Después de todo, si nos remontamos a los tiempos de la Revolución industrial en Inglaterra, los lugares donde los proletarios podían aliviar sus miserables vidas eran: los bares, y las bibliotecas parroquiales. De ahí viene el origen de las bibliotecas públicas, lo que hace que la evolución hasta este híbrido biblioteca-vinoteca resulte hasta lógica.

El vino también se cataloga por añadas, se conserva en las condiciones ópticas de temperatura y luz, se ordena en las estanterías. Tal cual como los documentos de una biblioteca, y en su justa medida: vivifica el espíritu igual que un buen libro.

El vino hace que un buen libro sea mejor
En la Regional deberíamos considerarlo, tenemos unas terrazas fantásticas, que en las noches cálidas de Murcia, serían ideales para tomarse una copa mientras un dj pincha música. En medio de esta lucha por la supervivencia, serían las noches perfectas para esos días de vino y rosas que todos estamos esperando.

Coca-Cola ha lanzado una campaña bendiciendo a los bares, ¿para cuándo una campaña bendiciendo a las bibliotecas?, ni siquiera tendrían que cambiar mucho el texto del anuncio.





Fuente: Infodocket

viernes, 20 de septiembre de 2013

Biblioteca invisible

El artista chino Liu Bolin, el camuflaje hecho arte


Una biblioteca invisible es una colección de libros que nunca han existido, pero que con los que muchos bibliófilos han soñado alguna vez. La compulsión bibliófila puede ser como cualquier otra adicción, de las que engrosan minutas de psiquiatras; pero socialmente está algo mejor vista, tal vez, porque los que la padecen suelen ser menos visibles.

El fantástico bulo de Fortsas
El caso histórico más famoso de biblioteca invisible, sería el catálogo fantasma del conde de Fortsas, uno de los fraudes bibliófilos más fantásticos de la historia, una broma genial, que en el blog: La piedra de Sísifo, se relata estupendamente.

Pero la invisibilidad y las bibliotecas dan para mucho más. Sobre todo últimamente en Carolina del Norte, donde la novela El hombre invisible de Ralph Ellison, que abordaba los problemas de identidad de la población negra estadounidense: se intenta prohibir por ser considerada una lectura poco apropiada por algunos padres. Un nuevo caso de Amor y pedagogía mal entendido.

Los problemas de identidad son una constante en el mundo digital, donde precisamente tan frágiles son las identidades. Las bibliotecas, aunque temamos que nos la suplanten, a veces estamos al borde del síndrome de Zelig (la maravillosa película de Woody Allen) o como auténticos Transformers (otra cita cinéfila menos exquisita): continuamente observando aquí y allá a ver en qué nos convertimos con tal de no ser invisibles.

Woody Allen mimetizado de color en la genial Zelig


Abrazando lo invisible
Si dicen que a partir de los 50, hombres y mujeres se hacen invisibles (sí, sí, los hombres también), la Regional no llega ni de lejos a esa edad, así que no deberíamos preocuparnos, pero lo hacemos. Aún quedan vecinos de Murcia, para los que la Biblioteca sigue siendo invisible: un sitio para estudiar, y no un centro de ocio, aprendizaje, socialización y diversión. Una pena, y un desperdicio.

Asumimos nuestra parte de culpa, y por eso prometemos arrancar este curso con nuevas propuestas que, salvo problemas severos de visión, hagan que nuestra biblioteca no sea invisible para nadie. Camuflarnos, mimetizarnos y llamar la atención al mismo tiempo, aún a riesgo de terminar como la cebra protagonista del fantástico vídeo de Capital Cities.


miércoles, 18 de septiembre de 2013

Cabezas jibarizadas

Lee más

Aunque fuera sólo por rescatar esta imagen de otra fantástica campaña de la cadena de librerías israelí, Steimatzky, merecería la pena hacer este post; pero afortunadamente aún hay más.

Si hace meses planteábamos dilemas como TV or not TV, en este post nos hacemos eco de la gran labor de conservación que lleva a cabo la Biblioteca del Congreso de Washington. Aparte de ir sumando títulos cinematográficos a su fondo de conservación, ahora también se han planteado la conservación del enorme patrimonio televisivo con que cuentan en los Estados Unidos.

Queramos o no, nuestra memoria sentimental, desde los 60, está asociada a la televisión. Sólo hay que observar la sonrisilla que se le dibuja a alguien al escuchar la sintonía de El coche fantástico, El equipo A, Sandokán o el Un, dos, tres, para que se pueda calcular fácilmente la edad del sujeto en cuestión.

Por eso, se ha iniciado el proceso para digitalizar la enorme colección de cintas de vídeo con que cuenta la institución, y que actualmente están en peligro de deterioro. Momentos únicos en la memoria televisiva estadounidense, como la primera vez que Carol Burnett se tiró de la oreja, el atentado de Kennedy, o algunas curiosidades hasta ahora desconocidas de series tan míticas como I love Lucy.

La simpar Carol Burnett

En nuestro país, los 50 años de RTVE Han servido para una serie de programas, y espacios que han supuesto un viaje impagable a miles de recuerdos y momentos únicos de la cultura popular de nuestro país. También las privadas, en su corta andadura, recurren a veces a rellenar espacios con material de archivo, dejándonos sorprendidos al comprobar qué poco tiempo ha pasado de algunas aberraciones catódicas recientes.

Pero si tuviéramos que decidir qué merece la pena conservar para el futuro: ¿qué momentos o programas elegiríamos? Apostar por Redes, Página 2, Metrópolis, Documentos TV o cualquier otro programa que aún considera a los televidentes, gente inteligente, es demasiado fácil.

Si las denostadas españoladas del cine de los 60 y 70, ahora se erigen como auténticos filones sociológicos, no lo va a ser menos esa otra y omnipresente televisión, que atiborra los canales digitales en la actualidad. Hagan sus apuestas, y elijan. ¿Cuáles serán los nuevos “he venido a hablar de mi libro”, “el milenarismo va a llegar”, “si me queréis algo, irse” o “voy a llamar a Encannna ahora, no sea que me se quemen las empanadillas” del siglo XXI?, ¿qué imágenes definirán televisivamente nuestro presente?



Campaña de Unicef bajo el eslogan: Mira lo que puedes encender, cuando la pantalla está apagada.


viernes, 13 de septiembre de 2013

Leer no siempre es bueno

Ahmadineyad en una de las geniales campañas de la Sociedad Internacional
para los Derechos Humanos (ISHR)

Suena a auténtica herejía o blasfemia, el que en un blog de una biblioteca como este, se insinúe que la lectura pueda ser perjudicial. Pero todo tiene su explicación.

La dictadura coreana y su miedo a Internet
según ISHR
Ya hablábamos en Biblioteca corrupta de la curiosidad que nos despertaban las bibliotecas (si acaso existían) de los delincuentes de guante blanco que tanto proliferan; y aún más, las de algunos sátrapas y figuras históricas tan escalofriantes como Hitler (del que sí se sabe que contaba con una amplia biblioteca).

Y precisamente en Chile en estos días, el periodista Cristóbal Peña ha publicado "La secreta vida literaria de Augusto Pinochet", un libro que revela la identidad bibliófila del dictador, que llegó a acumular una gran biblioteca. 

Adaptación al cómic del clásico bélico chino
Pero según cuenta el autor, en este caso la pasión por la lectura y los libros de Pinochet era un secreto, pareciera casi que se avergonzara de ello, y quisiera mantenerlo lo más privado posible. Y la verdad es que no tenía porqué hacerlo, ya que su obra favorita era el clásico chino: El arte de la guerra de Sun Tzu, que ahuyentaba cualquier posible sombra que sobre su mano dura pudiera proyectar su afición por la lectura.

Es bastante obvio, que leer no te hace mejor persona, siempre dependerá de lo que leas. Si sólo lees aquello que confirma tus ideas, una y otra vez, tu mundo cada vez será más y más pequeño. Pero por encima de todo, dependerá de cómo tengas amueblada la cabeza. Según un estudio publicado en 2011 de la Asociación Psicológica Estadounidense: la ignorancia da la felicidad, pero ¿a qué precio?

Puestos a elegir a un déspota siempre elegiremos a Chaplin

La técnica del avestruz siempre ha sido un recurso fácil para sobrevivir, que no vivir. El leer te hace consciente de tu realidad, de tu mundo, de ti mismo: y eso en ocasiones puede ser doloroso. Te da motivos para seguir creciendo o para frustrarte, te abre los ojos, y puede que lo que veas fuera y dentro, ya no te parezca tan aceptable. 

Pero ante el dilema de leer o no leer, nosotros tenemos clara la elección, aún a riesgo de que alguien nos descubra que vivimos una mentira. Como proclaman los MGMT con su tema Your life is a lie (Tu vida es una mentira) con cuyo, inquietantemente, divertido vídeo: cerramos este post de tan herético título.


miércoles, 11 de septiembre de 2013

¿Qué estás mirando? Sexta entrega

EL ENGAÑO - SOLTERA Y MADRE EN LA VIDA - ANUNCIO UNA
CASA DONDE YA NO QUIERO VIVIR

Si en Seremos sociales o no seremos apostábamos por la vertiente más social de las bibliotecas, como una baza trascendental para nuestra supervivencia, en esta sexta entrega de la serie ¿Qué estás mirando?, pareciera que se hubieran puesto de acuerdo algunos de nuestros seguidores. Tres andanadas en forma de instantáneas fotográficas, repletas de fuerte carga social.

Reivindicaciones feminista-proletarias, el sector inmobiliario, y hasta la banca, se dan cita en las propuestas de Toñi, Ana y María: el trío femenino más combativo hasta la fecha en esta serie.


SOLTERA Y MADRE EN LA VIDA - LAS QUE TIENEN QUE SERVIR -
DE MUJER A MUJER - NADIE HABLARÁ DE NOSOTRAS CUANDO HAYAMOS MUERTO

Nuestra compañera Toñi H., arranca enarbolando la reivindicación socio-feminista nada menos que con una película de Lina Morgan: Soltera y madre en la vida. La vena proletaria cañí viene después con el clásico con Conchita Velasco y Tony Leblanc, de la que hace años recordamos en Tecnofobia, indignados y las que tienen que servir, una secuencia que no tiene desperdicio. La solidaridad femenina es la que parece aportar el grano de esperanza necesario para tirar adelante, pero la conclusión no puede ser más pesimista, con la película que soporta esta oda apropiada para un día de la mujer trabajadora.

UNA CASA CON GOTERAS - LOS VECINOS RUIDOSOS -
FANTASMAS - ANUNCIO UNA CASA EN DONDE YA NO QUIERO VIVIR

 Ana Gálvez innova en su propuesta y cambia la perspectiva arquitectónica de su foto, ya no son lomos, sino cubiertas, las que como tejas en un tejado, se van solapando para formar una trama doméstica que como toda buena historia corta, está abierta a varias interpretaciones.

O se trata de una comedia sobre una casa ruinosa, con toques fantasmales de por medio; o igual (por aquello de seguir con las lecturas sociales) es una crítica soterrada a la devastadora explosión de la burbuja inmobiliaria (materiales de baja calidad, promotores "fantasma" que no responden de sus obligaciones, y desesperación final por deshacerse del inmueble y la hipoteca). Que cada uno lo vea como mejor le parezca, o según la esté sufriendo.

EL HOMBRE QUE NO SABÍA GASTAR SU DINERO -EL DINERO TIENE
MIEDO - CÓMO INVERTIR EN LA CRISIS - EL ENGAÑO -
TOMA EL DINERO Y CORRE - ASÍ ES LA BANCA
Y SUS OPERACIONES

Para el final, María Pina no nos deja mucho margen para la libre interpretación. Su estupenda composición nos resume en seis lomos la historia financiera de estos últimos años. Un cóctel explosivo compuesto por la candidez del que tiene algo de dinero, los tiburones financieros, la falta absoluta de escrúpulos, y la conclusión contundente y lapidaria con: Así es la banca, y sus operaciones.

Cuando escribió éste último libro Ángel Galán Galindo (que así se llama el autor de la obra según reza el lomo): ¿podría haber sospechado lo sangrantemente irónico que podía resultar su título al transcurrir de los años?

lunes, 9 de septiembre de 2013

Centro de Desinfoxicación de la Biblioteca Regional

 
De la mediocre película Acosada, que intentaba seguir explotando el talento de Sharon Stone como mito erótico tras el boom de Instinto básico, poco se puede destacar. Pero hay una escena en concreto, que resultaba premonitoria de los tiempos que corren.

Es aquella en que la Stone, se despedía del propietario del edificio en que se desarrolla la acción, espetándole despectivamente: Get a life (Consíguete una vida), mientras éste (interpretado por William Baldwin) se quedaba junto al mural de televisores de circuito cerrado, a través de los cuales, espiaba las vidas privadas de los inquilinos del inmueble.



En el año de producción de esta película, 1993,  no se había inventado Facebook, ni Twitter, ni Instagram, ni siquiera los realities en televisión, así que la sentencia de Sharon resultaba demoledora, pero no tan pegada a la actualidad como resulta ahora.

En estos días, algunos internautas tienen más vida virtual que real. Si John Lennon dijo aquello de que la vida es aquello que sucede mientras estás ocupado haciendo otros planes, ahora habría que cambiarlo: la vida es aquello que sucede mientras estás ocupado navegando en Internet. Y las  interferencias que la vida digital está produciendo en la supuestamente real, van a más.

El duo murciano Klaus & Kinski a degüello
con las redes sociales
Hace unos meses el grupo murciano Klaus & Kinski insinuó su retiro de los escenarios molestos ante las críticas y ataques que recibían vía Twitter. Venían a sumarse a otros músicos, políticos o celebridades que han tenido problemas de acoso en las redes sociales. ¡¡Si hasta Lady Gaga clausuró temporalmente su cuenta en Twitter!! (claro, que en este último caso, se trata más bien de una estrategia de promoción)

El caso es que los denominados trolls (o ciberacosadores) han llegado a convertirse en un problema tal, que a raíz de los sucesos acaecidos en Gran Bretaña (con amenazas de muerte y violación contra activistas o políticas): los responsables de Twitter han decidido ponerles freno permitiendo su denuncia.

Y es que no se puede tener la piel muy suave, si nos exponemos públicamente a través de la red; y no sólo las celebridades, también las instituciones públicas, como es nuestro caso. Sobre todo cuando pretendemos gestionar nuestras redes sociales (verbigracia, este blog) de manera no meramente informativa.

No se les puede negar que son herramientas valiosísimas para percibir la aceptación o no de nuestras propuestas, y auténticos mecanismos reguladores del ego. Tal cual como mostraban los de Muchachada Nui en este hilarante sketch a cuenta de Alaska y Mario Vaquerizo:



También en estos días otro gigante de Internet, como es Google, ha hecho un anuncio que en cierta manera supone un control al caos digital de la red en sentido positivo. Han añadido en su versión en inglés una opción para profundizar en los asuntos de nuestro interés bajo el nombre de In-depth articles (artículos en profundidad) gracias a la cual en la búsqueda primarán criterios de calidad, como un freno también a la contaminación informativa.

Las famosas gafas de Google, apropiándose también de nuestra mirada

Todos, absolutamente todos estamos infoxicados (sobrecarga de información), incluso los no usuarios de medios digitales terminan estándolo, a poco que sigan los medios analógicos, que se encuentran totalmente condicionados por las informaciones que aparecen en la red.

El Centro de desinfoxicación BRMU, abierto todo el año
Por eso desde este medio digital, plenamente conscientes de la incongruencia: te queremos ayudar a desinfoxicarte. Si ya mantuvimos que las bibliotecas somos las mejores aliadas para superar peligrosas adicciones a la piratería, ahora presentamos el Centro de Desinfoxicación BRMU (o CDBR, para los amigos).

Acudir a nuestro centro (o por extensión, a cualquier otra biblioteca pública), pasear por nuestras salas, ojear/hojear los libros, elegir alguna película o disco, participar en nuestros talleres o clubes de lectura, charlar y conocer a otros usuarios: forma parte de la terapia que te ayudará a mejorar tu vida, a depurar tu organismo de tantas horas viviendo en digital.

Tu vista, forma física y ánimo lo agradecerán, y juntos mejoraremos esa vida que Sharon Stone le prescribía a su infoxicado partenaire, sin tener por ello que liarnos a tiros con las pantallas.

Sharon Stone desinfoxicada antes del estrellato

miércoles, 4 de septiembre de 2013

Lecturas que engordan

Publicidad de McDonald's apropiada para nuestra serie: ¿Qué estás mirando?
Pan, ensalada, tomate, queso, carne y de nuevo pan

Podemos soportar (y resistir) la idea de que lo digital nos esté quitando clientela, de que pese a todos nuestros esfuerzos pervivan visiones arcaicas de las bibliotecas: pero que nuestro nuevo competidor (o aliado, según se quiera valorar) sea el payaso Ronald McDonald, parece una broma de lo más inquietante

Ronald McDonald
Hace más de un año, en McBibliotecas ya planteábamos un debate muy interesante sobre el mecenazgo privado de bibliotecas (un tema que casi nos obsesiona). En aquella ocasión se expresaba un cierto escrúpulo a que la famosísima cadena de hamburgueserías McDonald’s, aprovechase a las bibliotecas para publicitarse entre los niños estadounidenses, y por las noticias que nos han llegado, parece que la cosa va a más.

Ronald versión Joker
Tras haber retirado en Estados Unidos los juguetes que acompañaban a sus menús; la cadena ha optado por otra manera más “respetable” de mejorar su imagen. Ya en el 2011, los
Happy Meal que se servían en los locales británicos de la franquicia, se acompañaban de un libro gratis del escritor Michael Morpurgo. En Francia, fue en el 2012, cuando se inició la colaboración con una editorial para distribuir libros educativos, y el proyecto se seguirá desarrollando en el 2014, persiguiendo crear Happy lectores.

Pero no queda aquí la cosa. El payaso de las hamburguesas también se ha lanzado a la edición de libros electrónicos a través de una plataforma. La idea con la que lanzan el proyecto no puede dejarles en mejor lugar: ofrecer contenido interactivo y entretenido para los niños, que complemente de manera diferente la experiencia de la lectura de un libro tradicional.

Un empeño loable, qué duda cabe. Pero el payaso Ronald, después de verlo en el portentoso corto Logorama (no perdérselo en McBibliotecas), nos recuerda demasiado a otro payaso famoso: el de It de Stephen King. Si eso lo unimos, a que en nuestro país contamos con la dieta mediterránea, y a lo que denunciaba el documental Super size me sobre la industria de la comida rápida: las sensaciones que producen estas noticias tienen efectos contrapuestos.

Puestos a publicitarse, preferimos las fantásticas campañas de dos cadenas de librerías. Por un lado, el anuncio de Gandhi Bookstore, una auténtica gozada que capta, en escasos segundos, la emoción de la lectura.

Y después, la magnífica campaña de las librerías israelíes Steimatzky. Entre el payaso de las hamburguesas, y soñar con lo que leemos, siempre resultará más seductora la segunda opción. Sale beneficiado el fomento de la lectura, y por añadidura, nuestro nivel de colesterol. Aparte de que para McDonald's, que los niños lean puede terminar siendo un arma de doble filo: leyendo y leyendo también se adquiere una cultura gastronómica, y entonces...