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Quienes hayan venido a la BRMU la última semana de noviembre, habrán descubierto que aunque fuera por tres días, hemos cumplido nuestro sueño de tener un Salón de videojuegos. Pero ya hablaremos de eso en el centrifugado que corresponda; el caso es que el mes de octubre, precisamente, lo arrancamos en este blog hablando de videojuegos.
Como si se tratase del principio nietzschiano del eterno retorno, lo cierto es que toda forma de creación artística (y los videojuegos han alcanzado ya esa categoría) beben y beben, tarde o temprano, como los peces del villancico: de los libros. Por eso en el eterno retorno al libro hablamos de las relaciones, cada vez más fecundas, que se están estableciendo entre literatura y videojuegos. Y reflejamos una opinión que a más de un apocalíptico le haría echarse las manos a la cabeza: "los videojuegos también son literatura"
Y es que nuestro lema lo deja claro: todo suma, nada resta. Por eso igual sumamos videojuegos a nuestra oferta, que tendencias de moda; y eso provoca, a veces, cosas tan curiosas como que una de nuestra maletas viajeras sirva de atrezo en una sesión de fotos de moda.
Hablando de fotos, Fotomatón es el nombre de una de nuestras propuestas más ambiciosas. No porque se trate de nada especialmente arriesgado, ni que sea algo inédito: sino por el público al que aspira a seducir para la lectura. Nada más, ni nada menos que a los adolescentes. Y provocadores como somos, en plena era del selfie, reivindicamos el Fotomatón. Una manera de convencerles de que el mayor acto de rebeldía posible en esas edades, es leer.
Los que se retratan (¡y de qué manera!), son los personajes que pululan por la telerrealidad. En la última edición del eterno concurso de Telecinco: Gran Hermano, se pusieron de moda los bibliotecarios, pero para mal. Y nosotros para contrarrestar abrimos una campaña ad hoc: Adopta a un bibliotecario.
En la casa de GH, el único lugar donde no colocan cámaras son los váteres (o al menos no emiten imágenes de los habitantes aliviándose, aunque todo llegará); en cambio en eso la BRMU no es tan melindrosa, y con nuestra nueva campaña ¿Lees en el baño?, en nuestro afán porque la gente lea, nos entrometemos hasta en el último reducto de intimidad que nos queda en estos tiempos: el retrete.
Y para cerrar nada mejor que una explosión. Una explosión de sensatez y buenas ideas como la que han tenido las autoridades colombianas a la hora de cambiar bombas por bibliotecas. B de Biblioteca, B de bomba llamamos al post, y aunque está feo lo de la auto-cita, en un centrifugado, en cambio, es lo mejor para aclarar sin tanto rodeo por dónde iban los tiros (en este caso, en un sentido más metafórico y pacifista que nunca):
"las bibliotecas siempre resultan explosivas. En sus estanterías se ordenan tejuelados, miles de detonadores de efecto retardado dispuestos para dinamitar prejuicios lugares comunes y estereotipos. Auténticas bombas que explotan en las mentes"