Este es el pack rebelde por antonomasia. De hecho podría haberse llamado el pack a contracorriente, el pack valiente, el pack contestatario.
El porqué está claro: ¿cabe mayor rebeldía en estos digitalmente livianos tiempos que corren, que reivindicar lo decimonónico como sinónimo de profuso, de denso, de sustancia y contenido?, ¿qué pueden ofrecernos las nuevas tecnologías que deje el poso que queda tras leer a Thomas Mann, Dostoyevski, Tolstoi, Charles Dickens o Stendhal? La respuesta es nada.
Una nada que el cineasta Terry Gilliam ha sabido conjurar con ficciones de una grandeza, prosopopeya bien administrada y enjundia imaginativa, que lo hacen digno heredero de las virtudes decimonónicas, ahorrándole muchos de sus defectos. Su cortometraje-prólogo a El sentido de la vida, es todo un clásico que no puede resultar más idóneo para los tiempos que estamos viviendo:
Y Terry Gilliam, quijotesco soñador donde los haya, con una carrera repleta de proyectos faraónicos frustrados como su Don Quijote (al que por cierto no parece renunciar pese a los sucesivos desastres recogidos en el documental Lost in La Mancha); incluye en su cartera de futuribles un proyecto de marcado espíritu steampunk.
El steampunk, un subgénero literario de la ciencia ficción surgido en los ochenta del siglo pasado, cuyos referentes (H.G. Wells, Julio Verne, la Inglaterra victoriana), ha terminado impregnando a la música, la moda, el cómic o el cine y que constituye el territorio por el que se mueve el próximo proyecto de Gilliam: 1884, una cinta de animación steampunk que esperemos no quede en un nuevo proyecto abortado del director.
Esta simpática recreación del siglo XIX repleta de anacronismos que es el steampunk, ha dado variopintas obras en todos los ámbitos creativos. En literatura la cultivan autores como William Gibson, en cómic la ha cultivado el mismísimo Alan Moore en su famosa La liga de los Hombres Extraordinarios (que conoció una adaptación cinematográfica), o la serie también adaptada al cine, Las extraordinarias aventuras de Adèle Blanc-Sec, y en música grupos claramente steampunk como Abney Park, o Vernian Process y otros como Panic! At the Disco que han adoptado en algún momento la estética como en este vídeo.
Pero para la ocasión hemos preferido un dúo ajeno, en principio, al steampunk como es Daft Punk: cuyo vídeo Around the world, aparte de a Julio Verne por el título, evoca a fuerza de anacronismos y bailes autómatas un aire vagamente ad hoc, y claramente hipnótico:
El siglo XIX fue también el siglo en el que nacieron los grandes mitos de la literatura fantástica (Drácula, Frankestein, La Momia o el hombre invisible), la novela gótica, que tanta presencia tiene en lo steampunk, y los grandes cuentos (los Hermanos Grimm, no por casualidad llevados al cine por Gilliam). Lo macabro, lo cruel, lo siniestro; pero también las enseñanzas morales y el aprendizaje vital se suministraban a los niños a través de estas narraciones; antes de que Walt Disney las diluyera para siempre en tonos pastel.
Por eso la versión homónima que Winshulss hace del clásico decimonónico de Collodi: Pinocchio, se convierte en un cuento de terror para adultos en formato novela gráfica que es una auténtica joya. Y que junto al siguiente, cruelmente bello, corto de animación; conforman un díptico reivindicativo de esa Alma oscura inconfundiblemente decimonónica:
El puente que hizo el siglo XX entre lo decimonónico y nuestro presente, ha adelgazado la imaginación a fuerza de imágenes, y se corre el riesgo de anorexia intelectual. Por eso, pese a que algunos de los best seller de más rabiosa actualidad sean auténticos tochos; no buscamos calidad al peso al recomendar: Pastoral americana de Philip Roth, una apasionante novela-río que nada tiene que envidiar a la reputada Libertad de Jonathan Franzen.
Y para cerrar con la confianza de que entre pack y extras, hayamos despertado las ganas de sumergirse en experiencias que vayan más allá del surfeo indolente frente al ordenador: el estupendo vídeo C'est comme ça de los no menos estupendos (y tristemente desaparecidos) Les Rita Mitsouko.
No encierra moraleja decimonónica alguna, pero no deja de resultar inquietante la imagen del simio zapeando compulsivamente frente al televisor, incapaz de mantener la concentración ni dos segundos seguidos. A buen entendedor, pocas palabras bastan:
Y para cerrar con la confianza de que entre pack y extras, hayamos despertado las ganas de sumergirse en experiencias que vayan más allá del surfeo indolente frente al ordenador: el estupendo vídeo C'est comme ça de los no menos estupendos (y tristemente desaparecidos) Les Rita Mitsouko.
No encierra moraleja decimonónica alguna, pero no deja de resultar inquietante la imagen del simio zapeando compulsivamente frente al televisor, incapaz de mantener la concentración ni dos segundos seguidos. A buen entendedor, pocas palabras bastan: