jueves, 20 de marzo de 2014

Postureo bibliotecario

El contorsionista Rubber Ritchie en postura lectora
Nada hay más desconcertante para un comercial de una compañía telefónica, que no te interese el móvil último modelo que te regala por darte de alta en su compañía, ni la tablet, ni el último gadget tecnológico de última generación.

¿Para qué tanto espionaje comercial a través de redes sociales, tarjetas de crédito y cualquier otro rastro que vayamos dejando de nuestros gustos, si luego les sale un consumidor rebelde?

¿Marilyn postureando su interés por Goya?
Se supone que todos debemos tener cuenta en redes sociales, a todos nos debe gustar hacernos selfies, y todos tenemos que elegir entre Mac o PC. La lógica comercial nos necesita predecibles, y ese miedo gregario a quedarse fuera del baile, que a tantos atenaza, es su mejor baza.

En un programa del cómico televisivo estadounidense Jimmy Kimmel, hicieron una prueba de lo más ilustrativa: entrevistaron a diversos asistentes a un festival de música sobre grupos que se suponía actuaban en el festival, pero que en realidad no existían. El resultado fue que todos los entrevistados hablaron maravillas de los grupos, sin que ninguno reconociera que no los conocía.

Querer ser in, guay, estupendo (como nos decía un seguidor que somos a veces en este blog) en ocasiones lleva a cosas como éstas. El postureo tan de moda últimamente (aunque lo esnob siempre ha existido), aparentar por encima de todas las cosas, adoptar una estética de tribu urbana sin tener ni idea del ideario que sustenta a ese “look tan wapo”, en definitiva, vender humo.

También se da el postureo lector, en el 2008 se publicó en nuestro país el libro del francés Pierre Bayard: Cómo hablar de los libros que no se han leído. El ensayo en cuestión no es un compendio de trucos para dárselas de lector, sino una inteligente reflexión sobre la lectura. Pero el postureo lector ha existido siempre, como recoge el periodista Ibáñez Ridao en su artículo Libros que dices que has leído y no es verdad. Y a  la inversa, algo tan clásico como admitir sin remordimiento que títulos como el Ulises de Joyce o En busca del tiempo perdido de Proust, son de los pocos libros que se te resistieron.

Moderna de Pueblo y sus cómics sobre el postureo hipster

Y esta esforzada lucha por posturear sólo puede llevar a la esquizofrenia: por un lado, no perderse nada para no dejar de estar en la onda; y por otro, la moda, las recomendaciones para encontrar trabajo, para destacar en el mercado (digital, comercial, del ligoteo o el que sea), pasan por singularizarse, por marcar la diferencia, por tener personalidad propia.

Bowie y Taylor: dos estrellas del XX derrochando carisma

Tal vez en esa fricción entre no salirse de lo que es cool, y posturear una personalidad arrolladora: se encuentre la razón de que ya no surjan artistas tan carismáticos, arriesgados y potentes como los de siglo XX. No es que nos los haya, es que cada vez es más difícil diferenciar entre los auténticos creadores y los que simplemente posturean.

En las bibliotecas no nos salvamos del postureo, de ahí nuestro Trastorno bipolar bibliotecario, siempre haciendo equilibrios entre nuestro prestigioso pasado, y un incierto y tecnificado futuro. Pero la mejor manera de singularizarse, siempre pasará por tener la manga ancha a la hora de leer, ver cine, escuchar música, etc... Cuantos menos prejuicios mejor, y así iremos conformando nuestro criterio, ecléctico; sin seguir dictados que no sean aquellos que elegimos de manera consciente.


Y como metáfora perfecta de esta búsqueda de la singularidad, ¿qué mejor imagen que la de estos códigos de barras customizados creativamente, a juego con el producto al que identifican? Simulacros de personalidad propia escabulléndose entre las rejas de lo estandarizado. ¡Si hasta las vacas en Inglaterra llevan código de barras!, como ya contamos en Como vacas sin cencerro. Porque no tenemos tiempo para ponernos a ello, pero nos dan ganas de empezar a personalizar los códigos de barras de nuestros documentos, a juego con la historia que contengan.

Lana del Rey
Pero volviendo a las estrellas, el postureo, y lo estándar, vamos a concluir con dos estrellas unidas por una película de próximo estreno. La elaboradamente inquietante Lana del Rey, lleva aguantando desde que irrumpió en la escena musical todo tipo de suspicacias sobre su autenticidad, y sólo el tiempo y su bien llevada carrera hasta la fecha, están haciendo que importe poco si posturea más o menos. Siempre que siga dándonos versiones tan excitantes de temas clásicos como este disneyano Once upon a dream (Érase un sueño) pasado por filtro lynchiano (por David Lynch).

Es el tema central de la superproducción Maléfica, interpretada por otra estrella que posturea como nadie: Angelina Jolie. Ciertamente repasando su carrera no tropezamos con demasiadas joyas cinéfilas, pero no cabe duda que los labios más gruesos del panorama (con permiso de la propia Lana del Rey), saben posar como nadie, y resultar auténticamente fascinantes en la encarnación de la malvada más glamourosa de Disney, que haya existido jamás.



6 comentarios:

Anónimo dijo...


El postureo, lo snobs, y la tonteria....

Como diría Ford Fairlane, y perdonadme por la expresión "Tanto gilipollas y yo con tan pocas balas".

En fin, bromas aparte, hay gente paaa too. Desde lo macarra hasta lo snob, según el momento en que te pille, puede ser de lo más divertido a lo más patético.

Depende, todo depende...

Leer para aparentar o quedar bien, es una actitud como otra cualquiera, puede convertirse en un ejercicio de crecimiento personal o como bien dices un simple postureo.

En cualquier caso, lo genuino y lo auténtico se nota y se aprecia. Cayendo en tópicos publicitarios, que creo que vienen al caso, NO es lo mismo un diamante que una circonita . Pues eso que un diamante es para siempre, lo demás son pura circonita.




El blog de la BRMU dijo...

La tontería, la frivolidad o como queramos llamarlo es necesaria, y hasta saludable. Pero como todo hay que saber la justa medida para no terminar empachando.

Y efectivamente lo genuino y realmente interesante termina apreciándose, sino en su momento, cuando el tiempo pone cada cosa en su sitio.

Anónimo dijo...


Estoy de acuerdo en todo lo que se ha expuesto en este post, sobre el postureo y la autenticidad, así como con los comentarios que han suscitado el mismo.

Pero yo quiero ahondar en otro orden de cosas que sutilmente ha evidenciado este post, se trata del fenómeno de Lana del Rey. Según se dice es un producto de laboratorio, del marketing, un invento, no se cuantas cosas más. Pero a mi me fascina, quizá porque me recuerda al misterio, al glamour de antaño, el que envolvían a las divas de antes. Quizá sea la GRETA GARBO DEL SIGLO XXI. Queda por ver, si como bien se dice en el post se sostiene con el paso del tiempo o por el contrario no es más que producto de consumo que responde a unas necesidades muy determinadas evidenciadas por la moda o por los gustos del momento.

El blog de la BRMU dijo...

Al menos de momento sigue conservando interés, guste más o guste menos. También las divas de antaño como la Garbo o la Dietrich, brillaron aparte de por su carisma personal, por un sistema de estudios superpotente que las transformaba para potenciar al máximo sus virtudes. Tuvieron a su favor que el nivel de exposición no era el actual, y el misterio era más fácil de conservar.

Pero todas las estrellas han tenido equipos detrás, pero pasado el tiempo, si no hay verdadera madera de estrella, por mucho marketing que haya , terminan desvaneciéndose.

Luis Sánchez dijo...

Yo también he recordado infinidad de veces durante los últimos 5-8 años la magnífica sentencia de Ford Fairlane.
Llevo mamando Rockabilly desde los 12 años (me acerco peligrosamente a los 36) y en los últimos tiempos he tenido que lidiar con The Baseballs, Vinila & The Lucky Dados (aunque ellos se salvan) y la Lady Cherry de los coj**** (ya me censuro yo, perdón por el pronto). Afortunadamente a los primeros se los ha tragado la tierra, la segunda ahora lleva un rollo 60´s con toques árabes con el que ha abandonado mi escena y la tercera... Grrr, esa sigue ahí.
A todo esto súmese que, sin sexto sentido ni nada, en ocasiones veo Pin-ups que hacen cupcakes.
En fin, a ver si se ponen de moda otra vez los 70 o los 80 y dejan en paz los iconos de una época que para mí ha sido una forma de vida en la sombra, dentro de una discreta minoría (como mejor se está, dicho sea de paso).
En fin, que me voy a rezarle un rato a Gene Vincent.
Saludos ;)

El blog de la BRMU dijo...

Ja, ja, buenísimo lo de pin-ups haciendo cupcakes (¿eso que serían Malenis con tatuajes?) Y perdonado por la insinuación de exabrupto, cuando uno es apasionado de algo, se le disculpan los deslices.