sábado, 23 de agosto de 2014

Recalculando [verano 2014]: BRMU Bizarra. Octava entrega


Publicado: 29 de octubre de 2012
Reflexionando: el sentimiento amoroso estereotipado vende más



Iniciamos el mes dando consejos para forrarse escribiendo un best seller, y lo vamos a cerrar retomando uno de los ingredientes básicos para obtener ventas masivas: el diseño de portadas.

Si queremos destacar, la discreción nunca será nuestra guía. Aquí todo tiene que ser obvio, brillante, exagerado, desbarrando entre lo sublime y lo ridículo, o más bien cayendo en ello sin medida. Un filón para la semiología y la sociología  que aquí explotamos someramente.

Lo bizarro en las portadas puede ser totalmente elegante y cultivado, pero igualmente impactante; por eso hemos querido arrancar con la portada de esta selección de cuentos fantásticos del XIX, en edición de Italo Calvino. Una obra altamente recomendable y una portada que hace del sacrilegio: arte.

Pero que nadie se confunda, y crea que el nivel de exquisitez literaria va a seguir rumbo parecido en esta entrega. Seguimos en terrenos cercanos a la religiosidad y el misticismo, pero con un cariz muy distinto.

"Desde las profundidas del Gran Silencio y merced a la vibración y oportunidad que la Luz Cósmica da en este Nuevo Ciclo. Los Maestros Ascendidos y Grandes Seres imparten sus enseñanzas [...] te invitamos a que traspongas el umbral de lo escrito y vueles tan alto como las alas de tu amor lo permitan"
Con tales promesas en su contracubierta, las enseñanzas del maestro Saint Germain (¿será pariente de Anne Germain, la medium de la tele que nos consuela al demostrar que la falta de paladar inglés de los españoles, se resuelve una vez pasamos al otro barrio?) no es que haya dado para ventas masivas, pero nadie podrá acusarle de fraude. Es sólo ver la portada, y ya nos quedamos traspuestos, sin ni siquiera tener que cruzar "el umbral de lo escrito".

Pero pongámonos serios, y bebamos directamente de las fuentes del género cuyas portadas han creado escuela: la novela romántica. No sin antes encomendarnos a Corín Tellado, Barbara Cartland y Danielle Steel, elegiremos ejemplos cuyo detenido análisis nos aportará más de una clave:




Partamos del análisis semántico sincrónico de los textos publicitarios de Pirata y El juramento de un libertino.

"Él era despiadado, hermoso y salvaje como el mar Caribe. Debía domar a esa niña y despertarla al éxtasis del amor" [Texto en cubierta de Pirata]

Despiadado, como promesa de peligro y sugerencia de dominación. Hermoso, indudablemente los murcianos tenemos ventaja al asumir este epíteto y convertirlo en expresión: ¡Qué hermoso eres!. Y "salvaje como el mar Caribe", de nuevo lo indómito, la aventura y el exotismo en una sola frase, después de esto sólo resta el éxtasis del amor. Pero como condición indispensable para alcanzarlo: han de repartirse los roles en la pareja, y domar, someter, domeñar a lo femenino, para que nada perturbe el orden natural de las cosas, y se anule cualquier carga subversiva que pudiera acarrear la pasión.


"Él juró que jamás se casaría. Ella juró no dejarse atrapar por ningún hombre..." [Texto en cubierta de El juramento de un libertino]
Romper un juramento es algo punible y reprobable moral y socialmente, salvo cuando la ruptura de ese compromiso sirva para ensalzar una institución, pilar de la sociedad, como es el matrimonio. La consecuencia lógica después de que la fuerza del amor se manifieste cual torrente, sólo puede desembocar en el Tú me perteneces, obra cumbre de Johanna Lindsey.


Ámame para siempre

El análisis semiológico de las portadas de Johanna Lindsey es un auténtico potosí (término apropiado donde los haya hablando de novela rosa). En Love me forever, obsérvese el fondo, con la mansión (promesa de estatus social) que se entrevé en el único resquicio que deja libre el frondoso tapiz de rosas, que sirve de marco al desfallecimiento amoroso del que adolecen todas las heroínas de Lindsey (¿o será simple torpeza?).

Dos siglos de emancipación femenina caen por los suelos ante la rotundidad del halterofílico galán, cuya única prenda es un kilt, se supone sin nada debajo. Su mirada es dura, monolítica, cual Terminator de la seducción, su sansónica melena no le resta ni un ápice de viril dominación.

Visto lo cual, ¿alguien puede sorprenderse del éxito de la trilogía de las 50 sombras de Grey? El mensaje es contundente. Según esta literatura, las mujeres son como el Príncipe de Salina en El Gatopardo: desean que todo cambie, para que todo siga igual.


Muérdeme si puedes y La bestia que hay en él
 
Pero seríamos totalmente injustos si no reconociéramos la evolución del género a través del Paranormal romance, o lo que es lo mismo Romance paranormal. Lunas llenas, ambientes góticos, o hilillos de sangre resbalando por la comisura del galán, hacen que cobre todo su sentido la frase que aparece en la cubierta de La bestia que hay en él: "el magnetismo animal adquiere un significado totalmente nuevo".

Siempre habrá portadas que
superen la peor de nuestras pesadillas

Y un último apunte sociológico, con el rigor científico que nos caracteriza. Nos surge la reflexión si acaso una inveterada costumbre de las parejas como Dios manda, no haya terminado provocando una permeabilización entre géneros.

Nos referimos a la regla de convivencia en pareja, según la cual ha de repartirse equitativamente la elección de películas a ver juntos: entre comedias románticas y películas de acción, según elija la parte femenina, o la parte masculina de la pareja.

Tal vez por sea por ello, que algunos galanes románticos presenten hechuras propias de Rambo;  mientras que el héroe de acción que marca tendencia estos años sea un Jason Bourne, expeditivo y testosterónico pero con una virilidad mucho más amable y sensible que la de los action men de los 80.

Pero nosotros, bizarros como somos, siempre terminamos remitíéndonos a los clásicos.Y para ello qué mejor que despedirnos con la portada contundente, clara,  y directa de la primera y única novela escrita por Silvester Stallone, que apareció recientemente por nuestros depósitos. Tras este hallazgo, ni la semántica, ni la semiología, ni la sociología nos sirven para reponernos del impacto.



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