viernes, 3 de octubre de 2014

Donde hoy hay un cómic, mañana habrá ¿...?

Joker y su ¿novia? Harley Quinn
según el portentoso trazo de Alex Ross


En el Hay Festival que se celebró la pasada semana en Segovia, se llevó a cabo un encuentro  entre los escritores Gabriel Albiac, Javier Gomá y Cesar Antonio Molina, moderada por el director de ABC, Bieito Rubido, en la que se abordó la situación de la cultura en nuestro país.

No podemos estar más de acuerdo con la mayoría de reflexiones a las que dio pie esta charla. Desde la denuncia del director de ABC: “Uno de los errores de todos los gobiernos  es abandonar el impulso a la cultura”, pasando por Javier Gomá que sostuvo que: “la economía y las políticas tienen por fin satisfacer los deseos de los ciudadanos, pero es la cultura la que moldea esos deseos”, o el ex ministro Molina: “Solo somos conocidos en el mundo por nuestra cultura […] en todo el globo saben quiénes son Cervantes o Picasso”. En cambio, a otra de las aseveraciones de Cesar Antonio Molina sí le encontramos algún pero: “estamos perdiendo todos los referentes de nuestra cultura […], y los clásicos están siendo sustituidos por cómics”.

Teniendo una de las mejores comictecas del orbe bibliotecario es normal que esa pulla hacia los
cómics nos recoma un poco. Es más que probable que en las palabras de Molina no hubo el más mínimo desprecio hacia el cómic, y que simplemente era una forma de expresar ese abandono de los cánones culturales por  sucedáneos. Pero resultan de lo más oportunas para reabrir un debate que siempre está latente en el aire educativo, y por supuesto, bibliotecario.

Las adaptaciones de clásicos inevitablemente suponen un reduccionismo en viñetas de la riqueza de los originales; pero en ningún caso se plantean como sustitutos. Sirven más bien de señuelos con los que seducir a los lectores más inexpertos.

Repasando las colecciones que se han dedicado a este didactismo bien entendido, nos encontramos desde: la colección de Bruguera de los 70, Joyas literarias juveniles, que recientemente se ha reeditado para explotar la nostalgia de los que rondan los cincuenta;  las adaptaciones que la editorial SM ha publicado con algunos de los mejores dibujantes; o las versiones manga de obras capitales de la filosofía por parte de la editorial Herder.

¿Es preferible que los niños conozcan los nombres de Nietzsche, Bécquer, Homero, Maquiavelo, Shakespeare o Rousseau aunque sea de manera esquemática, antes que no conocerlos?, ¿les puede despertar la curiosidad para que más adelante deseen acudir a las fuentes? El viejo lema de “donde hoy hay un cómic, mañana habrá un libro”, no resulta nada fiable ( lo que debería haber es tanto un cómic como un libro). Y también se puede extender la pregunta más allá del público juvenil: ¿es mejor que se lean best sellers de usar y tirar antes que no leer nada?

Difíciles preguntas que son casi tan antiguas para educadores y bibliotecarios como los propios clásicos. En cualquier caso, sea cual sea la respuesta, las bibliotecas seguiremos ofreciendo todas las opciones. Aunque hay maneras de fomentar la lectura, a las que no auguramos un largo recorrido.

Por ejemplo, la idea que han tenido los guionistas de la editorial de cómics estadounidense DC. En la nueva serie dedicada al personaje de la novia oficiosa del Joker; Harley Quinn, se ha introducido un valor añadido en forma de olor. Tal cual como se hizo en el cine con ideas surrealistas como el Olorvisión. Cada título de la colección exudará un olor diferente. Y concretamente en un episodio que tiene de estrella invitada a la feromónica malvada Poison Ivy, el aroma elegido para impregnar la pituitaria de los lectores será el de la marihuana.

¿Incitará dicho estímulo a la lectura, o a otros hábitos?. De momento hemos de decir que en la BRMU, no nos estamos planteando adoptar dichas técnicas (aunque nunca digas nunca jamás). Preferimos seguir fomentando la lectura como el mejor antídoto posible contra el efecto estupefaciente de ciertos programas de televisión, y contra el abuso tecnológico.

Poison Ivy, apóloga de la maría




3 comentarios:

Anónimo dijo...


Todas estas cuestiones son ineludibles hoy en día. Las respuestas son muy personales, pero el acercamiento hacia las grandes obras por medio de sucedaneos en mi opinión no está mal, en mi opinión está muy bien, no pienso que se esté adulterando nada, más bien se está adaptando a las mentalidades de cada edad, y a los 16 años es mejor leer algo interesante o lúdico que pasarse horas muertas chateando, en busca de experiencias menos educativas y perjurdiciales.

Eso por una parte por otra parte no podemos despreciar al cómic, en
sí es un genero muy interesante, dónde se mezcla arte gráfico y texto. Nos consta que la BRMU TIENE una de las mejores comictecas s de nacionales por no decir europeas.

El blog de la BRMU dijo...

Totalmente de acuerdo, una cosa no tiene porque sustituir a la otra. Comprendemos el sentido de las palabras de César Antonio Molina, pero creemos que actualmente esa simplificación y empobrecimiento de la cultura amenaza más desde la "liviandad" de las redes sociales o el uso que se hace muchas veces de las nuevas tecnologías, que desde el inofensivo cómic.

Anónimo dijo...

De igual manera se ha planteado ¿ Qué es mejor el libro o su adaptación a la gran pantalla?. Porque siempre existe alguien que dirá es mejor el libro y otros dirán que no. Estás preguntas son frecuentes que nos la hagamos, y también es frecuente que se queden sin respuestas. En mi opinión yo me he llevado grandes sorpresas en un sentido y en otro. La imaginación es la base de los grandes relatos, los pensamientos que se generan y poder de parar en el momento de la lectura, pero las grandes pelis a veces superan nuestras dotes imaginativas, nunca podre imaginar una banda sonora tan poderosa como las que alguna pelis han ejecutado, ni paisajes, ni gestos, ese deleite solo algunos privilegiados podran disfrutar ¿Quizá la imaginación a veces necesita ayuda ? al menos para la gente normal. Es por ello que no es excluyente sino complementario el desarrollo de historia o relatos por un medio u otro, lo importante es la calidad de la historia a contar y su riqueza a la hora de transmitir.