Se acaban de reeditar las memorias de Timothy Leary, el mayor defensor de las bondades del LSD y demás drogas psicodélicas. Con tal motivo, Fernando Sánchez Dragó ha dejado por un momento de copular en locales públicos, (no sabemos si bajo los efectos de alguna de las drogas que estudió Leary) para escribir una semblanza sobre el escritor y psicólogo en El Mundo.
El debate público sobre las drogas, que al socaire de la irrupción sobre todo de la heroína, dio para tantos programas sensacionalistas en los 80, parece restringido actualmente a la crónica de sucesos. Antonio Escohotado ha dejado de ser el blanco de ataques por parte de tanto demagogo mediático; que confundía el problema social de la drogodependencia, con el acercamiento cultural, histórico y antropológico que el filósofo Escohotado proponía.
Un libro cuyo título lo dice todo |
En el caso de Leary, sus últimos años estuvieron volcados en su interés apasionado (como todo en él) por la cibernética. En la conferencia que pronunció en su visita a Artfutura en 1990, ya planteaba una visión sobre el futuro de la humanidad escindida entre la realidad palpable y la virtual; y 25 años después, la crónica de la actualidad corrobora muchas de sus alucinaciones futuristas.
A Leary no le sorprendería lo más mínimo la noticia que indica que: los jóvenes resultan ser una generación hiperlectora, y que leen mucho más que sus antepasados. La diferencia es la multiplicidad de medios y soportes en los que llevan a cabo esa lectura. Una lectura multiforme, repleta de hipervínculos, imágenes estáticas y en movimiento, que proponen una experiencia que no queda tan lejos de esas alteraciones de la realidad que, en los tiempos de Leary, proporcionaban las drogas psicodélicas.
Cazador de sonrisas, un estimulante cómic sobre un dentista que experimenta con el LSD |
Si en las representaciones que se suelen hacer de los "viajes" que proporcionaba el LSD u otras drogas alucinógenas; los objetos cobran vida e interaccionan con el sujeto: ¿qué diferencia de base hay con las alucinantes propuestas que ahora nos proporciona la tecnología?
El Internet de las cosas: cosas empáticas ¿No empatizamos con otras personas y vamos a empatizar con las cosas? |
Timothy Leary, Antonio Escohotado o Carlos Castaneda (por sumar otro nombre de referencia en esto de indagar antropológicamente en el uso de las drogas) ahondaron en las culturas indígenas, y el mundo de los chamanes, en su uso de alucinógenos para contactar con los dioses, para alcanzar otros niveles de percepción ¿Será la tecnología el chamán de la tribu global?, ¿será Internet la nueva deidad que nos transportará a otra dimensión?
Pero antes de que se nos sigan elevando los pies del suelo con cuestiones tan elevadas, vamos a centrarnos en viajes mucho más terrenales para concluir. En el municipio rumano de Cluj-Napoca, no hay que pagar billete para usar el transporte público si, mientras se hace el recorrido, se está leyendo un libro. Una manera harto ingeniosa de fomentar la lectura; y en la que se une el concepto de viaje, con la otra dimensión que proporciona la lectura. Eso sí, ahorrándonos las facturas psicológicas y físicas que, en muchas ocasiones, acarreaban los otros "viajes" de los que nos hemos ocupado en este post.
Según las últimas revelaciones, parece ser que Shakespeare fumaba algo más que tabaco en su pipa |
Como hilo musical para este post, teníamos un infinito catálogo en el que escoger. Si es larga la nómina de escritores que han usado las drogas como estímulo creativo, si hablamos de músicos, la lista podría ser eterna. Y un nuevo apunte que refuerza esa correlación entre estos tiempos hipertecnologizados que vivimos, y esos años del siglo pasado, en los que la psicodelia impregnaba la cultura popular: no deja de ser significativo que últimamente surjan tantos grupos de música que retoman la psicodelia (MGMT, Tame Impala, The Flaming Lips, Moodoïd, etc…).
Pero como no queremos ser demasiado obvios, nos vamos a quedar con el vídeo del colectivo independiente de rap Chinese Man en colaboración con La Yegros Todo un viaje psicodélico plenamente placentero sin correr ningún riesgo.
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