martes, 10 de enero de 2012

Se prestan personas


Dibujo corporal de la artista Phillis Cohen


No es algo novedoso, dado que surgió hace más de una década en bibliotecas de Copenhague, pero últimamente (será por la crisis) se está hablando mucho de ello, se trata de las Bibliotecas Humanas.

Si tanto hablamos de crear comunidades de usuarios en nuestros centros, de reinventarnos para dar nuevos sentidos a nuestros edificios ante la avalancha digital, de hacer que merezca la pena realmente desplazarse hasta nuestras instalaciones: y si prestamos libros, cedés, películas y tantas y tantas cosas, ¿por qué no prestamos también personas?

Así dicho suena fuerte, pero es algo tan antiguo como el mundo. Se trata de un servicio de voluntarios de las más diversa procedencia, profesión o periplo vital: emigrantes, policías, prostitutas, emigrantes, transexuales, especialistas de películas, aventureros o domadores de serpientes.

Da igual, lo que interesa es su experiencia vital, lo que han adquirido o de lo que se han desprendido para conseguir la vida que querían, o para simplemente sobrevivir. Y es a estas personas lo que ofrece la biblioteca a todo aquel que quiera “prestárselas” y simple y llanamente conversar en sus instalaciones, descubrirse mutuamente y preguntar todo aquello que les despierte curiosidad.


Una manera estupenda para derribar prejuicios, combatir lugares comunes, y para enriquecernos humana y socialmente. Así dicho suena muy bonito e incluso utópico, pero son ya muchas las bibliotecas que lo han puesto en funcionamiento, y los resultados parece que han sido de lo más satisfactorio.

En parte recuerda a nuestro servicio ¿Qué sabes? , pero a un nivel más personal e íntimo. Ideas refrescantes, ideas novedosas que se basan en costumbres tan antiguas y olvidadas como las de simplemente escuchar al otro.

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