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viernes, 14 de noviembre de 2014

Cazando moscas



Hace unos días se ha abierto un gimnasio junto a la Biblioteca Regional. Ya teníamos las instalaciones deportivas municipales a un lado, y ahora dentro del centro de ocio que pareciera una extensión de la biblioteca, y viceversa, una cadena de gimnasios ha abierto un local.

Nosotros, siempre propensos a arrimar el ascua a nuestra sardina, lo vemos como un ejemplo de inteligencia empresarial. Ya lo dijimos cuando abrió la tienda de cómics, merchandising y juegos de rol, o al otro lado de la avenida un gran videoclub: se trata de tener visión comercial. Con la cantidad de público (y en gran número de jóvenes) que acude a nuestro centro, la biblioteca se puede convertir en un aliado de la economía de la zona en la que se ubique. Una biblioteca crea comunidad allá donde se instale, sea en una gran ciudad, o en un pequeño pueblo.


Operarios de Ford promocionando la lectura

Pero no es sobre el impacto socioeconómico positivo que las bibliotecas tienen en su entorno de lo que va este post (un tema recurrente, y al que seguiremos recurriendo en más de una ocasión). En esta ocasión va sobre lo conveniente que sería que en la misma biblioteca se pudiera hacer deporte. La vigilancia para que la máxima latina de mens sana in corpore sano se cumpliera en nuestra sociedad, debería ser también cosa de las bibliotecas.

Por eso el invento del diseñador Govert Flint, sería ideal para nuestras salas. Se podría llamar una silla-ratón, aunque el nombre que su creador le ha dado es algo más científico: la silla biónica. Consiste en una silla o exoesqueleto (según cómo se observe) repleto de sensores que detectan los movimientos de nuestro cuerpo, y los traducen en los movimientos que efectuamos mientras trabajamos en el ordenador. Adiós al sedentario cibernético, bienvenida la danza frente a la pantalla del ordenador.





El invento que duda cabe que tiene gancho, nos hace sentirnos protagonistas de una película de ciencia-ficción. Pero lo más divertido (o inquietante) del asunto sería ver nuestras salas repletas de gente en silencio agitándose en sus sillas, y describiendo recorridos con sus manos en el aire. ¿Llegaremos a ver algo así algún día? Seríamos como mimos autistas cazando moscas, o bailarines danzando al son de una pantalla. La fusión máquina-humano cada vez más cerca. Biblioteca-frenopático sin solución de continuidad.

Pero ya que no podemos abrir un gimnasio en la propia biblioteca, ni guarderías (aunque algunos padres confundan la sección Infantil con una), ni siquiera una cafetería como hacen las grandes empresas: sí que celebramos iniciativas dentro mundo empresarial como las que promueve la Fundación Anastasio de Gracia-FITEL con su primera campaña de fomento de la lectura en fábricas.




Será en una planta de la factoría Ford en Valencia, donde el escritor Juan José Millás, celebrará el primer club de lectura con trabajadores que han leído su libro Infieles y adulterados. Con el nombre de Autores y autos ¡Arráncate a leer!, se inicia un ciclo que llevará a nombres como los de Rosa Regás, Javier Sierra o Santiago Posteguillo a celebrar encuentros con los trabajadores de factorías como Peugeot-Citröen, Volkswagen o Renault. Una idea excelente, y que nos reafirma en nuestra idea de abrir las bibliotecas a la sociedad más que nunca: sea cual sea el sector o el ámbito. Desde las peluquerías hasta el sector de la moda, cualquier lugar es bueno para fomentar la cultura. Y en esas estamos.

Pero para cerrar volvamos al principio del post, y a esa omnipresencia tecnológica en nuestras vidas. El vídeo del grupo Peaking Lights para su tema Breakdown, resulta una coda de lo más jocosa a la hora de parodiar la dependencia que tenemos, en la actualidad, de los últimos gadgets que colonizan nuestras vidas.




miércoles, 26 de marzo de 2014

Pilates literario

Gimnasia para escritores de Eliza Clark

No sabemos el momento histórico exacto (tendremos que recurrir a nuestras fuentes), en el cual, el cultivo de la mente y el cuerpo se deslindaron de tal manera, que el ejercicio físico y el intelectual parecieran casi antagónicos. Debió ser por la Edad Media con la demonización de la carne que trajo la Inquisición, y la separación entre cuerpo y espíritu, que tanto daño nos sigue haciendo. Pero lo cierto, es que entre el gymnasion griego, y el bodypump, el spinning, el bodybalance o la batuka de los gimnasios actuales, pocas similitudes se encuentran.

De ahí que la figura del intelectual siempre se asocie a un individuo de expresión interesante (si no fuma en pipa en la foto de la contraportada, que ya anda en desuso, sí al menos con gafas), para el que las cuestiones del ejercicio físico quedan muy lejos de sus intereses. Y como todo tópico, sólo hace falta repasar a algunos de las figuras literarias más relevantes, para que la figura de sedentarismo que se asocia a los escritores se desarme por completo.

El ejemplo más significativo, por actual, sería el de Murakami. El escritor japonés relaciona su gran afición por correr con la creación literaria en su obra: De qué hablo cuando hablo de correr. Para Murakami escribir es una labor física, y a la inversa, el ejercicio físico es algo espiritual. Si a lo largo de la historia no han sido pocos los creadores que han buscado abrir las puertas de su percepción a través de las drogas; el deporte, puede llegar a ser una mejor forma de abrir la mente a otros niveles.

Montaigne ya habló de la importancia del ejercicio físico, como parte indisociable del desarrollo personal. Y bien por seguir esta máxima, o por dar salida de manera física a tantos demonios internos: la relación entre los literatos y la práctica deportiva es más fecunda de lo que pudiera parecer.

Hemingway boxeando consigo mismo


Kerouac, atleta universitario
Desde Hemingway, que fiel a su exaltación de la virilidad se volcó en la práctica del boxeo; Julio Cortázar fue un aficionado al tenis; Milán Kundera rompió el estereotipo de intelectual enclenque al sumar a su ya de por sí envergadura física, la práctica del levantamiento de pesas; Jack Kerouac ganó una beca en la Universidad de Columbia para jugar al fútbol americano; o la mismísima Agatha Christie, fue pionera en practicar el surf en las playas de Ciudad del Cabo o Honolulu.

Agatha Christie, pionera del surf
Claro que si hablamos del deporte rey, el asunto convoca a muchos más nombres (¡ojo! escritores que jugasen al fútbol, no que escribieran o les gustase, que eso daría para muchos capítulos) entre los más significativos estaría Albert Camus. El autor de La peste o El extranjero, que de no ser por la tuberculosis que le atacó a los 17 años, estaba decidido a volcarse profesionalmente al deporte que era su pasión. Y del balompié, extrajo muchas de las conclusiones morales y de comportamiento que conformaron el ideario ético que luego transmitió a través de sus obras.

Y tantos, y tantos otros literatos para los que el ejercicio creativo formaba y forma un todo con el físico, nutriéndose de ambos a la vez. ¿Cuándo se podrá de moda en los gimnasios el bodybook, o el reading en circuito o el pilates literario? Más de uno nos abonaríamos a esas clases.

Norman Mailer en desigual pulso con Cassius Clay


martes, 24 de enero de 2012

De fútbol y bibliotecas


Cómic sobre la cantera del Barça


Vaya por delante que no nos declaramos ni del Barça ni del Real Madrid, que en estos asuntos del fútbol los amores y odios son de lo más irracional, y no quisiéramos perder parroquia.

Pero inevitablemente en esta ocasión tenemos que alabar al Barça, no ya por sus méritos deportivos, sino por la decisión de adherirse al Plan Nacional de Lectura, creando una biblioteca en la Masía para difundir, promover y fomentar la lectura.



El centro que el Fútbol Club Barcelona tiene para la formación de los que serán futuras estrellas de su equipo, se orientará no solo a la práctica deportiva y escolar, sino que quiere enriquecer la formación de sus jóvenes residentes con un aporte inicial de 575 obras seleccionadas por reputados literatos. El que una institución deportiva como el Barça apueste por la lectura entre los jóvenes, con la influencia mediática que tiene, es un empeño de lo más encomiable.
Una iniciativa que refuerza la imagen social del club, que ya tenía un adalid en la conocida afición a la lectura de su entrenador Pep Guardiola; al que precisamente hace dos años tanteamos para conseguir su colaboración en nuestra Brújula para tebeos: terapias de choque desde la Comicteca, y aquí va el pequeño cotilleo.

Mourinho rock star
En nuestra búsqueda de colaboraciones estelares desde los más diversos ámbitos (Ferrán Adriá, Luis Gordillo, Elvira Lindo, Alaska, Ainhoa Arteta, Rosa Montero o Luis Alberto de Cuenca nos dijeron que sí), contactamos con el FCB con la idea de contar con Guardiola, pero sus múltiples compromisos se lo impidieron. Eso sí, su secretario nos llamó para justificarnos personalmente los motivos por los cuales le era imposible participar, en un alarde de amabilidad e imagen empresarial impecable.

Pasado el tiempo, nos planteamos ¿deberíamos haberlo intentado quizás con Valdano, o acaso con Mourinho?

Fuente: La Vanguardia