lunes, 16 de julio de 2012

Ahora que somos pobres




Ahora que nuestro país ha dejado de ser un nuevo rico (con lo estentóreamente grosero que resulta ser un nuevo rico), y se hace casi imposible ver el vaso medio lleno, no podemos más que coincidir con mucho de lo que expresaba Javier Marías en su columna Maravillas de la crisis.

Entre lo que más refrendamos, se encuentra la revalorización de la formación como algo indispensable para el progreso. Lo hacemos de forma totalmente interesada, ya que el incremento que muchas estadísticas dan sobre el uso de bibliotecas en tiempos de crisis, es de las pocas notas optimistas que podemos extraer de esta situación.

Resistencia bibliotecaria
bajo el puente
Hace meses en Guerrilla bibliotecaria, veíamos un ejemplo artístico-combativo de lo que la cultura podía aportar a estos tiempos convulsos. Y el movimiento guerrillero sigue activo en la ciudad de Nueva York. Ahora se trata de la artista-activista Anya Hamman, que ha convertido lo de vivir debajo de un puente en algo hasta deseable. Este movimiento que okupa espacios urbanos con mini-bibliotecas, ha encontrado en Hamman a una nueva adalid que ha instalado mini-bibliotecas debajo de varios puentes de la ciudad.

Con fondos rescatados de bibliotecas que se iban a perder, la artista ha seleccionado las obras según las zonas de la ciudad, y así por ejemplo bajo el puente de Broadway (más cercano a la playa) las obras escogidas son orientadas a la evasión y propicias para un día de relax sobre la arena.

Una iniciativa que se está extendiendo por Estados Unidos y Canadá, y que busca fomentar la alfabetización al tiempo que refuerza el sentido de comunidad. Ni el patrón oro, ni la evasión de capitales, ni el odiado corralito, el único valor seguro será siempre la cultura, que como un puente nos protegerá de las aguas turbulentas.

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