miércoles, 30 de enero de 2013

Lo + destacado en diciembre 2012

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1. El negocio de las bibliotecas

¿Qué puede decir una revista especializada en negocios como la emblemática Forbes, sobre la rentabilidad de las bibliotecas como negocios? En este post lo abordábamos junto con otra noticia de película, y está claro que el asunto cotizó muy alto en el interés de nuestros lectores.

2. Mapas en carne viva

La cartografía aspira a ser una ciencia exacta, pero más allá de latitudes, fronteras, cordilleras o rios, lo que capta la colección de mapas que recogíamos en este post: eran miradas cargadas de mala leche sobre el continente europeo, que no pueden estar más de actualidad a pesar de pertenecer al siglo XIX.

3. BRMU Bizarra. Décima entrega y final

Y eso ha sido todo amigos...La serie que mejores momentos ha dejado a este blog durante el 2012 llegaba a su fin. Afortunadamente ahí sigue para quien quiera repasarla, o descubrirla, y contemplar como saltaban por los aires los estereotipos bibliotecarios a fuerza de postales, libros, pósteres, cómics u objetos que a algunos le harán daño a la vista, pero que a tantos otros nos fascinan.

4. Prêt-à-porter bibliotecario

Seas o no seas fashion victim este post te interesará. Ni las rayas, ni el black&white, ni el retorno de las minifaldas: la tendencia que nadie puede perderse en este 2013 es el Prêt-à-porter bibliotecario, un estilo clásico a la vez que moderno, que no pasa de moda.

5. Literatura infectada

En los tiempos que corren nada está a salvo. Quizás sea por la convivencia en las estanterías, pero el caso es que cada vez son más los clásicos de la literatura que se contagian de epidemias zombis, vampíricas o robóticas. Al principio nos hizo gracia, ahora no sabemos muy bien qué pensar.

6. Sonríe, nos están vigilando

El fin de Facebook, los bibliotecarios cotillas, Bond, James Bond, y los secretos más preciados del servicio secreto británico expuestos a la luz. Todo revuelto en un post de lo más paranoico y sospechoso, que no deja de sorprender hasta el final.

7. Biblioteca talismán

Las bibliotecas beneficiamos seriamente la salud, y no lo decimos nosotros, lo avalan estudios científicos. Y además, damos buena suerte. Esto último sí que lo decimos nosotros, pero seguro que tarde o temprano alguna universidad lo confirma con algún estudio, y si no tiempo al tiempo.

8. Armas cargadas de futuro

La reciente matanza en los Estados Unidos ha reabierto el clásico debate sobre el control de armas, y en medio del debate, las pobres bibliotecas que ni pincha ni cortan, pero que tenemos algo que decir.

9. Viñetas con marco

De ser el cine de los pobres a ocupar salas en el museo del Louvre: lo del cómic en los últimos años podría parecer un ejemplo de arribismo cultural, pero nada más lejos de la realidad. Le sobran talentos y méritos para reivindicar el lugar que, por fín, está ocupando.


lunes, 28 de enero de 2013

Hoteles para ricos, bibliotecas para pobres

The Viceroy Hotel (Santa Monica, Los Angeles)

Que nadie se llame a engaño con el título de este post, nada más lejos de nuestra intención que lanzar una soflama incendiaria contra las clases pudientes. Tal y como dijo la gran ideóloga Carmen Lomana: si los ricos gastan su dinero, activan la economía. Y no podemos estar más de acuerdo, siempre que su dinero sea realmente suyo...

El lujo es un logro genuinamente humano: el refinamiento, el agasajo de los sentidos, el ansia de perfección en una palabra. El auténtico buen gusto no está en la ostentación, huye del exhibicionismo zafio de los nuevos ricos, que impera a sus anchas en estos tiempos. Por eso, la última tendencia para hoteles de altísima gama que quieren desmarcarse del mal gusto dominante, sólo podía llegar a través de la cultura. Lo único capaz de aportar auténtica distinción.


The Carlisle Bay Hotel (Antigua)

The Hudson Hotel (Nueva York)

Ya hemos hablado de hoteles bibliófilos en Yo no quiero trabajar o en Hotel CDU; pero en este caso se trata de la última moda de crear bibliotecas a cual más lujosa, cool y exquisita, como un servicio que aporte caché al establecimiento.


The Carlisle Bay Luxury Hotel en Antigua, con The Ultra Violet Library que cambia de color por la noche; The Starwood Luxury Collection del hotel The Joule en Dallas, con libros de la exquisita editorial Taschen; la biblioteca del londinense hotel One Aldwych; o The Viceroy Hotel en Santa Monica, con 2.000 libros sobre arte y cultura: junto a muchos otros hoteles, y resorts del Caribe, que han hecho de sus bibliotecas un valor añadido de su oferta.


The Nomad Hotel Library Bar (Nueva York)

Y mientras esta tendencia arrasa en hoteles de alta categoría, otra noticia coincide en el tiempo, para transportarnos al otro extremo. En la biblioteca central de Montreal, la afluencia de vagabundos y desahuciados crece por meses. En otras bibliotecas como la Pública de San Francisco, hasta disponen de trabajadores sociales en plantilla para atender a este tipo de usuarios. Un tipo de asistencia social que las bibliotecas públicas estamos llevando a cabo, y de la que ya hablamos en Vagabundos y bibliotecas.


The Renaissance Washintong DC Hotel

Paradojas de ayer, hoy y siempre, que estos tiempos agudizan. Pero no queremos caer en el más burdo maniqueísmo, contrastando bibliotecas exclusivas versus bibliotecas populares. Preferimos soñar con que la cultura fuera la pértiga que sirviera para salvar ese abismo social, y que uniera por los extremos, a ricos y pobres en su amor por las bibliotecas.

Pero mucho nos tememos que eso sería tanto como pedir, que los árboles dieran dinero. Algo que Kendrick Lamar declama en uno de los temas del mejor álbum del 2012, según la prestigiosa revista Pitchfork. Nadie como el hip hop para tomar el pulso más inmediato a la calle: su imaginería urbana, su culto al dinero, sus invectivas al orden establecido, se hacen flow en este Money Trees (Árboles del dinero) con el que concluimos.




viernes, 25 de enero de 2013

Bajo el terciopelo azul


Escena inicial de Terciopelo azul de David Lynch (1986)


En Coleccionar, ordenar, conservar, asombrar nos asomábamos al maravilloso y diminuto universo del artista del assemblage Joseph Cornell, y establecíamos paralelismos entre los fundamentos de su arte y las funciones de una biblioteca. Y he aquí que hemos dado con otro artista, éste actual, que también se dedica al assemblage y en cuyas creaciones las bibliotecas están más que presentes.





Marc-Giai Miniet es un artista francés entre cuyas obras se encuentran estos pequeños universos cerrados en cajas, en las que la biblioteca suele tener un lugar preferente. Las arquitecturas que recrea son decadentes, 13 rues del percebe con un punto inquietante, las tripas al aire de edificios casi al borde del desahucio.

Y en casi todas estas construcciones, las bibliotecas, los libros, coronan la estructura: a veces iluminando, otras invocando historias truculentas, de fantasmas y secretos inconfesables.




Visitando nuestra biblioteca, es difícil convocar estas sensaciones salvo en los libros (o eso queremos pensar). Los espacios amplios, luminosos, alegres, parecen espantar cualquier mal presagio, pero también tenemos nuestras tripas, nuestros depósitos, sótanos, pasillos oscuros, laberintos: escenarios perfectos para una escena rodada por David Lynch.

Quizá un día deberíamos ahondar más en el lado oscuro de nuestro centro (¿o será demasiado peligroso?) De momento, con los edificios ruinosos de Miniet, y el lado oscuro gentileza de Lynch, ya tenemos la dosis justa de inquietud que nos trastoque la realidad sin llegar a aterrorizarnos.




miércoles, 23 de enero de 2013

Justicia poético-bibliotecaria

El magnífico documental de Orson Welles
sobre el mayor falsificador de arte


La divertida noticia de la biblioteca australiana, que tras la confesión del ciclista Lance Armstrong, ha decidido reubicar los libros sobre sus gestas deportivas, aparte de servir para que las bibliotecas salgamos en los medios, aunque sea por humoradas de este tipo: nos ha hecho plantearnos la posibilidad de que exista una justicia poético-bibliotecaria en la que hasta el momento no habíamos reparado.

Si los bibliotecarios nos concediéramos licencias poéticas a la hora de clasificar los libros por materias, y por tanto, luego ordenarlos en las estanterías: ¿cómo podría ser la biblioteca resultante?, ¿qué pasaría si aparcásemos a la sacrosanta CDU y nos moviéramos por la intuición?

La Clasificación Decimal Universal (CDU) para quien no lo sepa, es el sistema más extendido para ordenar nuestras colecciones. Se trata de una clasificación que ordena los conocimientos del 0 al 9, entrando en subdivisiones, que van especializándose en cada materia.

Por ello, si nos sustrajéramos de la rigidez de la CDU provocaríamos estanterías alteradas que pondrían a algunas cosas en su sitio. Así por ejemplo, los demandados libros de autoayuda que ahora ocupan el número 159 correspondiente a psicología, migrarían al 29 de movimientos espirituales modernos, por esa pseudo mística que roza con el baturrillo ideológico de algunas sectas. Desde luego en el 1 de filosofía no conseguirían infiltrarse ni de tapadillo: Sócrates, Aristóteles, Platón, Nietzsche, Heidegger, Schopenhauer o Savater los echarían a patadas por las noches.

A algunos de los títulos de los economistas más prestigiosos perorando sobre la actual crisis, los desterraríamos desde el 33 de economía que habitan actualmente al 133 de ciencias ocultas, o también al 64 de economía doméstica, en el que igual aprendían valiosas lecciones de las amas de casa.

Obra de Mr. Brainwash, el último
genio de la impostura
Los libros sobre arte y artistas contemporáneos tipo Damien Hirst, ¿no deberían abandonar el 73 de artes plásticas, para pasar al 793 donde se clasifica al ilusionismo, o al 658 donde se ordenan las técnicas comerciales?, ¿los dedicados a las nuevas estrellas del firmamento pop, del 78 de música al 658 de marketing?, o ¿los “escritos” por personajes del corazón y la televisión, del 929 de biografías al 008 de civilización, cultura y progreso: dado que son el testimonio más fiable de hasta dónde ha evolucionado nuestra cultura?



Podríamos continuar hasta alterar la última de nuestras estanterías, pero lo dejamos aquí. Quedan materias muy jugosas, como el 32 correspondiente a política, pero es tan amplio el abanico de números que se nos ocurren donde podríamos reubicarla, que mejor lo dejamos a la imaginación de cada uno.

Si fueras bibliotecario por un día, ¿a qué o a quién le aplicarías la justicia poético-bibliotecaria?


Milli Vanilli, han pasado a la posteridad como
el epítome musical del fraude, pero hay tantos...

lunes, 21 de enero de 2013

Vidas de santos



Cada nuevo año acumulamos propósitos de enmienda, persiguiendo alcanzar la mejor versión posible de nosotros mismos. Coleccionamos ideales de perfección, ejemplos edificantes con los que medirnos, metas que cuesta tantísimo alcanzar...

Todos, todos queremos ser santos (sea lo que sea lo que cada uno quiera entender por santidad) pero pocos lo consiguen. Por eso, nuestro primer Picoesquina del año va dedicado a las Vidas de santos: existencias ejemplarizantes (dependiendo de cuál sea el ejemplo que queramos seguir), biografías de figuras que han quedado para la posteridad, y que ofrecemos a través de fascinantes libros, películas, cómics o música.


Vidas fabulosas que ninguna hagiografía albergaría. Lecciones de vida de las que puede ser que no obtengamos demasiadas enseñanzas morales, ni pautas de conducta, ni tan siquiera en algunos casos, hábitos saludables; pero que nos dejan la mejor enseñanza posible: vivir intensamente, e interiorizar, sin necesidad alguna de libros de autoayuda, aquello que tan estremecedora y orgullosamente proclamaba la Piaf: no, no me arrepiento de nada.



  Marion Cotillard como Edith Piaf en La vida en rosa (2007)


viernes, 18 de enero de 2013

Sheldon Cooper ya lo sabía

Sheldon con su expresión de: "ya te lo dije"

Después de confrontar lectura versus televisión en TV or not TV, volvemos a vueltas con el cerebro pero buscando comparaciones más equitativas: lectura versus lectura. Duelo entre iguales. Y como en aquel caso, es de nuevo un estudio reciente el que nos sirve para corroborar algo que a nosotros nos resulta de lo más evidente. Pero así con la excusa del estudio, quedamos algo menos pedantes.

En la Universidad de Liverpool especialistas en ciencia, psicología y literatura, han analizado la actividad cerebral de 30 voluntarios que leyeron obras clásicas de la historia de la literatura, y después, esas mismas obras trasladadas a un lenguaje coloquial, exento de exquisiteces literarias.

Y el resultado no podía ser más evidente: el cerebro se activa y mucho, cuando se enfrenta a textos ricos literariamente, con estructuras complejas, ideas elaboradas, y se mantiene prácticamente al nivel de un espectador de televisión cuando se dedica a leer en lenguaje coloquial.

Fry de Futurama bajo el influjo del gran cerebro en la biblioteca

Pero es que, ¿cómo va a ser lo mismo leer La montaña mágica de Thomas Mann, que Los pilares de la tierra, o La cartuja de Parma que El código da Vinci, Drácula de Stoker que Crepúsculo, o (y en este caso la acusación de cansinos está plenamente justificada) Trópico de cáncer de Henry Miller que 50 sombras de Grey?

Italo Calvino ya nos dió precisas y preciosas razones de Por qué leer los clásicos, y ahora los científicos confirman lo que ya nos adelantó un escritor.

Leela y Fry en la biblioteca
Toda dieta precisa de golosinas, pero siempre que nuestra alimentación sean platos nutritivos y saludables. Otra conclusión del estudio nos ha gustado especialmente: la poesía es más útil que los libros de autoayuda, y la lectura en general es el mejor medicamento preventivo contra el Alzheimer o la demencia senil.

Y una vez dicho, nos apeamos de ese irritante tonillo tipo Sheldon, protagonista de una de esas golosinas televisivas permitidas en cualquier dieta (The Big Bang Theory) y que junto con los gorritos de punto simulando los parásitos cerebrales de Futurama (se organizan hasta concursos para fabricar gorritos con su forma) son las mejores metáforas visuales posibles, para este nuevo post en torno a cerebro y lectura.


Fuente: Portafolio

miércoles, 16 de enero de 2013

Ajústense los cinturones, en este blog vamos a tener tormenta



Cada uno se encomienda a los santos y deidades que quiere o puede. Y dentro del Olimpo hollywoodense, si Fernando Trueba se encomendó a Billy Wilder, nosotros los bibliotecarios nos encomendaremos a Bette Davis. Pese a arrastrar la fama de ser la mejor malvada de la historia del cine ("Fifty, fifty" "mitad y mitad": respondió cuando le preguntaron dónde había sido más mala, si en el cine o en la vida real), para nosotros la Davis está en el cielo, tal y como Pilar Miró aseguraba de Gary Cooper, y si no lo está: es que el cielo es un sitio nada recomendable.


Los ojos de Bette Davis

Esta semana ha llegado a nuestra Mediateca el dvd de la película Storm center (1956), titulada en español: En el ojo del huracán. Se trata de una cinta menor si se quiere, en la deslumbrante carrera de la Davis, pero ni mucho menos desestimable, y no sólo por su presencia, sino por otros variados motivos.

La trama está basada en un hecho real, y en ella la Davis encarna a Alicia Hull, la bibliotecaria de una pequeña localidad que durante 30 años, ha dedicado todo su esfuerzo a promover la lectura entre la población, con especial atención por los jóvenes. Ante la orden de retirar el libro El sueño comunista de sus colecciones, la bibliotecaria (el primer título barajado para la película fue el de La biblioteca) se niega por defender la libertad de ideas de todo tipo, que debe imperar en una biblioteca; y por ello es acosada por políticos oportunistas, y una comunidad ciega de paranoia anticomunista.




Levantar esta película fue un empeño personal de su director, el hasta entonces guionista Daniel Taradash,  y fue todo un acto de valentía si pensamos que fue en plena época de la caza de brujas del senador McCarthy. De hecho fueron varios los nombres de actrices que se barajaron, pero sólo la Davis se atrevió a encarnar a esta bibliotecaria coraje.

El papel iba a ser el regreso de Mary Pickford,
pero la actriz temió que la acusaran de roja
¿Cómo no va a ser nuestra heroína? , ni tan siquiera reparamos en la estereotipada imagen bibliotecaria que luce en la película. Pero es que además, esas casualidades que no existen, han provocado que esta misma semana Julián Marquina en Biblogtecarios, nos pusiera en antecedentes de lo que pasó este verano en la ciudad de Troy, en Michigan, donde se convocó la Book Burning Party (Fiesta de quemar libros). Con ella, se incitaba a la quema pública de libros como protesta por la idea de subir los impuestos, para así mantener abiertas sus bibliotecas.

 ¿A qué se pone el vello de punta?, por las dos cosas: quemar libros y subir impuestos. Pues bien, finalmente se trataba de una ingeniosa campaña de concienciación ciudadana, para que la gente se diera cuenta de lo mucho que les importan sus bibliotecas (no perderse los detalles en el estupendo artículo de Marquina)

Vota para cerrar la biblioteca de Troy, 2 de agosto
Fiesta para quemar libros, 5 de agosto

Nosotros por el momento, no nos hemos atrevido a tan radicales campañas de concienciación. Pero, ¿qué pasaría, si tomásemos el pulso de alguna manera, a la importancia que las bibliotecas públicas tienen para los españoles?, ¿terminaríamos llorando como decía Larra? No creemos, porque entre otras cosas, y como decía nuestra heroína en la monumental Eva al desnudodetestamos el sentimentalismo, y lo dejamos claro en Bibliotecas plañideras.

La rebeldía vestida de rojo en Jezabel
Al menos, de momento, no tenemos que bregar con intentos de censura en nuestros
fondos (cualquiera que consulte nuestro catálogo o revise nuestras estanterías podrá dar fe de ello), ni con una masa enardecida ansiosa por quemarnos.

Así que puesto a elegir, preferimos imbuirnos del arrojo de una Jezabel, la astucia de La loba, el gesto con que Margot Channing promete tormenta con la frase que parafraseamos en el título, y hasta de la carcajada de arpía de Baby Jane: para burlarnos de los que aseguran que las bibliotecas no tenemos futuro, y no sentirnos como extraños pasajeros de la era digital.

Y aunque obvio, no por ello evitamos el homenaje pop que Kim Carnes le hizo a los ojos de nuestra diva, con su clásico Bette Davis eyes. Y como las grandes estrellas, tal cual como los viejos roqueros, nunca mueren: elegimos la reciente versión de Brandon Flowers, cantante de The Killers.




lunes, 14 de enero de 2013

Biblioteca corrupta

La naranja mecánica: cultura versus barbarie

¿Qué es una biblioteca corrupta? En el próximo ranking de palabras más amadas y odiadas en castellano: la más odiada por nauseabunda y omnipresente, debería ser la de corrupción. Pero hablando de bibliotecas públicas, ¿cómo asociarlas?

Quizás sería, aquella que volviendo al oscurantismo medieval, boicoteara el acceso igualitario a la cultura; o acaso aquella, cuyas colecciones extirpasen cualquier posibilidad para contrastar y contraponer ideas, y abrir las mentes. O todo lo contrario, biblioteca+corrupción por su capacidad para denunciar y guardar memoria de los delitos, como han hecho en Brasil creando la Corrupteca (¿para cuándo una así en nuestro país?)




Pero no vamos a definir el concepto aquí y ahora, ya volveremos sobre él, a perfilarlo, a cincelarlo, hasta formarle aristas que transmitan todo el desagrado que te recorre el cuerpo al unir ambos conceptos.

En este post vamos a hablar de bibliotecas de corruptos, que no es lo mismo, ni de lejos. Todo viene a raíz de la noticia de que se subasta la biblioteca personal de Bernard Madoff, el gran estafador. Sus bienes se han subastado, y entre ellos se encuentra su biblioteca privada.

Sin duda la subasta de sus libros poco va a mitigar su deuda, pero no deja de resultar curioso echar un ojo a los títulos que conformaban su biblioteca: desde autores del calibre de Philip Roth, Emily Dickinson, Norman Mailer o Dostoievski, hasta los best seller más convencionales. Los pobres libros no tienen ninguna culpa de haber pertenecido a un lector con tan pocos escrúpulos; pero lo que está claro es que de poco le sirvieron las enseñanzas morales o la grandeza de las ideas encerradas en títulos como Crimen y castigo, o La hoguera de las vanidades de Tom Wolfe.

También se dice que Al Capone lloraba escuchando ópera, lo que deja claro que la cultura poco puede hacer, si para quien la disfruta, nada de lo humano le es ajeno siempre que beneficie a su bolsillo.


¿Y si se subastasen las bibliotecas de todos los corruptos, de todos los que han defraudado, de todos los que han estafado? De poco serviría en la mayoría de los casos, porque sus estanterías deben encontrarse tan desoladas como sus principios.

No obstante, nos pica la curiosidad: ¿cuáles serían las lecturas (si acaso existieran) de personajes como Sadam Hussein, Mahmud Ahmanideyad, Kim Jong-Un, o Pol Pot? Por no citar a otros que resultan mucho más intrigantes, como el mismísimo Hitler del que sí existe información sobre su biblioteca, que parece ser, constaba de más de 6.000 volúmenes, y en la que abundaban obras sobre arquitectura e historia.

De momento aquí lo dejamos. Para quienes gustamos de los libros,ya nos resulta bastante inquietante pensar que títulos que amamos como El guardián entre el centeno, hayan quedado por siempre relacionados con la mente perturbada del asesino de John Lennon.

Y en cuanto a lo que planteábamos al principio: igual es que las palabras biblioteca y corrupta se repelen como el agua y el aceite, que los buenos libros son siempre inocentes, y no se merecen a los lectores que, en ocasiones, les tocan en suerte.

Pero como no nos va mucho la resignación, ni aceptar las cosas como están, vamos a terminar vociferando en plan naif:

¡¡¡¡ESTOY MÁS QUE HARTO, Y NO QUIERO SEGUIR SOPORTÁNDOLO!!!!!



Escena de Network, un mundo implacable (1976)


viernes, 11 de enero de 2013

Je t' aime...moi non plus 2.0


Uno de los sentidos que más recuerdos despierta es el olfato, ya lo agasajamos en Drogas de tapa dura, pero la inspiración olfativa no termina aquí; y en estos tiempos rendidos al culto a la celebridad, no va a quedar famoso que no tenga perfume propio.

En este caso, recordamos a la inglesa más afrancesada y sensual de los 60: la escuálida Jane Birkin y el perfume creado-inspirado por y para ella: L’Air de Rien. Siguiendo sus indicaciones, la fragancia debía evocar a polvorientas bibliotecas y libros antiguos; y para ello, la perfumista Lyn Harris recurrió a aromas como el musgo de roble, el neroli, el ámbar o la vainilla.

Tendríamos que preguntarle a nuestra compañera Reme Zaragoza (en este caso, Reme no tiene identidad secreta, y pasa de la tontería de las iniciales) si ella huele algo similar cuando, ataviada con bata blanca y guantes cual doctora camino del quirófano, se nos pierde por los depósitos de la biblioteca expurgando donaciones. Pero pensándolo mejor, y aún siendo una persona encantadora, mejor nos ahorramos su, más que probable, abrupta respuesta.

Polyester: auge y caída del sistema Odorama

Lamentamos no contar con un sistema de Odorama en este blog, con el que impregnar las pantallas de nuestros seguidores, pero no por ello vamos a renunciar a la sensualidad.

Si hay un lugar común cuando se habla de la Birkin, es su matrimonio con Serge Gaingsbourg, y por supuesto el tórrido tema con el que titulamos el post. Pero no vamos a ser tan obvios como para terminar con este clásico, interpretado originariamente por Brigitte Bardot. Podríamos recurrir al extraño dúo músico-erótico formado por Prince y Kim Bassinger en su disco Scandalous, o a los orgasmos a 45 rpm de Donna Summer en I feel love, pero porque todo quede en familia, elegimos a Charlotte Gaingsbourg.


B.B: Bardot y Birkin en la cama sin Gaingsbourg
 Actriz consolidada de interesante carrera, y además cantante de lo más estimable (al menos, más que su hermanastro Lulu Gaingsbourg, que de momento parece un pálido sosias de su padre), y el que podría ser su propio Je t’aime…moi non plus escrito por Jarvis Cocker. Banda sonora para un feliz y sensual fin de semana.



jueves, 10 de enero de 2013

Proletarias de la feminidad

"Las chicas buenas van al cielo, las malas a todas partes"
Mae West, feminista sin feminismo

El horrible caso de la joven violada y asesinada en un autobús en la India, el atentado a la paquistaní Malala, o las protestas por parte de mujeres egipcias ante la nueva Constitución, están provocando una serie de reacciones, que ojalá, lleven a operar un cambio real en la situación de la mujer en muchos países.

La adolescente paquistaní Malala, convertida en heroína
Por ello, si hablamos de bibliotecas (donde predominan las mujeres) no resulta buena idea la que van a poner en práctica en Calcuta: bibliotecas exclusivas para mujeres. Una especie de apartheid cultural para proteger a las mujeres, que difícilmente ayudará a erradicar el machismo que impera en la sociedad hindú. Siempre es dificil entender que en pleno siglo XXI se abogue por separar por sexos en cualquier ámbito, pero si es en el cultural, entonces la idea resulta directamente absurda.

Precisamente en el paradigma del mundo occidental, los Estados Unidos, según los últimos estudios, las mujeres superan a los hombres en el uso de las bibliotecas públicas. Si a esto unimos, que en las universidades de nuestro país también hay más mujeres matriculadas que hombres: está claro que el título de la película de los 80, El futuro es mujer, sigue de plena vigencia.

En nuestro caso, y sin estudio alguno en que apoyarnos, no nos consta quien hace más uso de nuestra biblioteca según su sexo. Afortunadamente nuestra oferta y servicios no entienden de cuotas por género, ni discriminaciones positivas. Pero ello no quita,que a la vista de noticias así, suscribamos lo que Virginie Despentes escribió en su divertido ensayo Teoría King Kong (incluido en nuestro Pack Glamour y pensamiento, junto con los DVD de Sexo en Nueva York, con claro ánimo de provocar, de provocar evasión y reflexión):


"escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluídas del mercado de la buena chica [...] no me disculpo de nada, ni vengo a quejarme [...]

Me parece formidable que haya también mujeres a las que les guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse, que haya mujeres que huelan a sexo y otras a la merienda de los niños que salen del colegio. Formidable que las haya muy dulces, otras contentas con su feminidad, que las haya jóvenes, muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me alegro por todas a las que les convienen las cosas tal y como son. Lo digo sin la menor ironía. [...] Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy"

miércoles, 9 de enero de 2013

¡Esto es la jungla!



Kurtz en las montañas de la
locura
En Apocalipsis Now, el corazón de las tinieblas que Joseph Conrad describió como un viaje a la locura y la barbarie, se hizo carne a través de un ominoso Marlon Brando. Su coronel Kurtz, se erige al final de la película en la encarnación del horror, la enajenación y la muerte que aguardan en el espesor de la jungla y de la mente humana. En cambio, las noticias que nos llegan desde el corazón de la Amazonia brasileña, no pueden resultar más esperanzadoras.

En mitad de la avalancha de cierres de bibliotecas, sobre todo en Reino Unido, donde ya van por las 200 y pico (y también mucho más cerca, como en Totana, donde han cerrado centros de lectura), gracias a la ONG Vaga Lume: las bibliotecas comunitarias se están desarrollando por los poblados más lejanos de la selva brasileña, y se están convirtiendo en luminosos signos de progreso, que disipan la oscuridad en la espesura.


Un total de 163 bibliotecas en diferentes comunidades, para las que se han formado voluntarios como cuentacuentos, y gracias a las cuales, muchas de las leyendas orales que conforman el patrimonio intangible de los pueblos del Amazonas, se están viendo impresos en cerca de 300 libros, que aseguran ese legado para las nuevas generaciones.


Hasta un Indiana Jones de pacotilla sabría que para adentrarse en la espesura, es indispensable un machete que abra sendero. En el Amazonas ahora, además, cuentan con los libros y la lectura para desbrozar las mentes de los más jóvenes. Pero, y en las junglas de asfalto de nuestras latitudes:


 ¿qué o quién desbrozará el camino para las bibliotecas?

Y abriendo las orejas a la llamada de la selva, rescatamos para el cierre al más tronado, delirante e histriónico hechicero que el rock ha dado: Screamin' Jay Hawkins y su I put a spell on you (Te he hechizado) tal como a nosotros nos gustaría hacer con nuestros usuarios, para asegurarnos el futuro.




Fuente: Infosur