jueves, 24 de julio de 2014

Un día perfecto


No, no vamos a hablar del canon que deben pagar las bibliotecas, ni tan siquiera del canon occidental establecido por el crítico literario Harold Bloom (aunque tenga mucho que ver). Vamos a hablar de algo tan resbaladizo como la calidad en la literatura, y ahí, cada uno se atiene: o bien a su propio canon, o al juicio de los eruditos, pero difícilmente a un algoritmo, como es el caso de la noticia que nos llega desde Francia.

La editorial Short Editions está trabajando en desarrollar un algoritmo que permita calibrar la calidad de un texto literario de manera automática. El desarrollo de esta aplicación, en principio, será exclusivamente de uso interno de la editorial, como un paso previo para ayudar a la selección de textos a publicar. El “algoritmo de predicción literaria” irá nutriéndose de nuevos criterios conforme avance en sus lecturas, para así ir depurándose y perfeccionándose.


En principio, nada que objetar, pero no podemos evitar que como es costumbre en este blog, que se nos vaya un poco la pinza. ¿Cómo actuaría el robótico sistema al enfrentarse a obras que se saltaron todos los esquemas como el Ulises o Rayuela?, ¿qué circuito se le fundiría ante el desprecio que sentía Gertrude Stein por los signos de puntuación (salvo por el punto y aparte), o Proust con sus eternas frases subordinadas, o Saramago y su milimétrica utilización del punto, o con tantos y tantos otros ejemplos de experimentos literarios?, ¿por no hablar de Las puertas del Paraíso, la novela en sólo dos frases (la primera compuesta por 40.000 palabras) del autor polaco Jerzy Andrzejewski?

Una vez más, nada más lejos de nuestra intención que caer en la tecnofobia, pero aunque mencionen que dicho algoritmo será de utilidad también en bibliotecas, de momento, no podemos evitar un cierto escepticismo.

¿Son robots los que hacen girar el mundo?
  
Todo esto nos ha recordado al ideograma elaborado por la empresa de diseño gráfico Hiptype, con el que pretende condensar cuál sería el ADN necesario para que un libro tenga éxito. Protagonista femenina, temática histórica si va dirigido a lectores masculinos, o romántica si quiere captar más a las féminas, alrededor de unas 300 páginas, y dirigido a lectores urbanitas: serían algunos de los genes que conformarían esa espiral del libro infalible para triunfar.



También hace unos meses, Spotify en colaboración con un investigador en neurociencia de la Universidad de Groningen, hallaron la fórmula para fabricar la canción de amor perfecta: letra sentimental + tempo lento + ritmo sincopado + notas agudas + progresión de acordes estándar. Y según esta fórmula llegaron a la conclusión, de que la canción de amor perfecta era la versión del tema de Bob Dylan: Make you feel my love, cantado por Adele. Bien, bueno, si sirve para que la intérprete inglesa siga vendiendo discos, no está mal; pero pretender que una fórmula nos dicte el sentimiento musical, no deja de resultar algo irritante.
 
Aspirar a lo perfecto es loable, pero pretender lo absoluto en términos creativos (en casi cualquier otro ámbito) sólo termina llevando a la frustración. Vale que nadie es tan original como pretende, pero de ahí a que nos estandaricen para convertir nuestros gustos en puros algoritmos, hay un largo trecho que muchos no queremos recorrer.

Por eso, preferimos escaquearnos de cualquier obsesión malsana con lo infalible, gracias a alguien tan estimulantemente imperfecto como Lou Reed (por cierto, ningún tema suyo se incluye en el listado de canciones perfectas según el experimento de Spotify). No necesitamos más que uno de sus clásicos, para que nuestra vida sea perfecta al menos durante los minutos que suena su voz.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Efectivamente el hombre y su imperfección es objeto de las más bellas manifestaciones artísticas, quizá sea la fuente de donde se nutre el espíritu artístico. La literatura y la música en sus creaciones han hecho gala de ese poder de sugestión y de emoción. A veces inunda tanto nuestros sentidos que estos se abotargan y producen el llamado síndrome sthendhel.

Por otra parte también la imperfección da como resultado personajes chabacanos, pero super divertidos siempre que no estén en tu vida. Y como una imagen vale más que mil palabras os dejo este enlace que es un auténtico bombazo cómico. Sería el contrapunto del lirismo tan estremecedor que la BRMU HA PROCLAMADO en relación a la imperfección humana.

http://www.youtube.com/watch?v=M8xfzsjB2jI


Anónimo dijo...

Un día perfecto, sería algo así como leer un buen libro, acompañado de una música suave que te permita la concentración y que ambos te lleven al mismo sitio.

Vaya por Dios!!

YO os dejo la música vosotros poner los libros.

http://www.youtube.com/watch?v=Qtb11P1FWnc

El blog de la BRMU dijo...

Ja, ja, el hombre blandengue. Buenísimo, lo deberíamos haber aprovechado en nuestra acción artístico-bibliotecaria#2 [http://brmu.blogspot.com.es/2013/11/ni-tan-azul-ni-tan-rosa.html].

Y encima luego Coldplay, un grupo al que erigimos en nuestro altar dedicado a santos bibliotecarios paganos desde la última iniciativa que tuvieron relacionada con las bibliotecas, y que contamos aquí: http://brmu.blogspot.com.es/2014/05/historias-de-fantasmas.html


Muchas gracias, nos han encantado los complementos para este día perfecto.