viernes, 19 de septiembre de 2014

Recalculando [verano 2014]: Literatura tupperware para divas catódicas

Publicado: 2 de enero de 2013
Reflexionando: ¿a los españoles les incomoda hablar de cultura?


En un reciente artículo del semanario de moda de El País, se recoge una nueva tendencia que nada tiene que ver con ropa, perfumes o peinados. Se trata de la literatura tupperware, o lo que es lo mismo, la moda de reuniones literarias en las que algunos libreros presentan novedades editoriales como antes se presentaban envases para conservar alimentos, o juguetes sexuales en los populares tupper sex.

Ya de por sí asociar a la literatura con los tupper, hará arrugar la exquisita nariz a más de uno imaginando qué tipo de títulos monopolizarán dichas reuniones, que les llevarían al sobrenombre despectivo de literatura para marujas. 

Alternativas de calidad a las 50 sombras
Sin ir más lejos, y sin querer que se note demasiado  nuestra tirria a la trilogía de las 50 sombras de Grey: sin duda éste sería uno de esos títulos que fomentarían este tipo de prejuicios (a este respecto resulta de lo más gratificante el artículo de la escritora Elisabeth de Mariaffi títulado: 10 lecturas eróticas que no apestan, en el que recomienda diez títulos clásicos del erotismo como alternativa de calidad a la lamentable trilogía), pero no tiene porque ser forzosamente así.

Desde hace años la todopoderosa estrella de la televisión norteamericana Oprah Winfrey, pone todo su potencial populista al servicio de la literatura, a través de sus influyentes clubes de lectura. La diva catódica utiliza su inmenso poder mediático explotando una faceta de crítica literaria a través de sus shows primero, y recientemente, a través de la web. Ser elogiado o recomendado por Oprah es un pasaporte directo a convertirse en best seller, y los autores ensalzados por la estrella, no son necesariamente carne de grandes superficies.

Jonathan Franzen, Cormac McCarthy, Gabriel García Márquez, William Faulkner, Leon Tolstoi o Toni Morrison, se entremezclan en desprejuiciada mescolanza con Ken Follet, Maeve Binchy, o Bill Cosby. ¿Las consecuencias de todo ello?, que en el ranking de libros más vendidos en los Estados Unidos, muchas de las primeras posiciones las ocupan libros recomendados por la presentadora.




Y si tanto copiamos a los americanos (en series, formatos de programas, modas, cine…), ¿por qué a nuestras divas catódicas no les da por copiar a la norteamericana en esta idea? Sin ir más lejos. Ana Rosa Quintana ha trasladado con éxito la idea de publicar una revista con su nombre AR, tal y como lleva años haciendo Oprah (claro está, que en el caso de Ana Rosa, es comprensible que rehúya todo lo relacionado con la literatura tras su experiencia como escritora)


Pero, ¿y el resto de nuestras divas?, ¿por qué Mercedes Milá entre reality y denuncia no vuelca toda su vehemente tirón mediático en fomentar la lectura, como ha hecho con tantas otras causas sociales?, ¿o la eterna María Teresa Campos aprovecha su veteranía para seducir literariamente a sus espectadores?, ¿será que el incisivo Michel Houellebecq tenía toda la razón del mundo cuando en su novela La posibilidad de una isla, escribía que sintonizar un programa cultural en España:

"era más que un azar, era un milagro, porque los programas culturales son raros en la televisión española, los españoles no aman los programas culturales, ni la cultura en general, es un territorio que les resulta profundamente hostil, a veces se tiene la impresión, cuando se les habla de cultura, de que se les hace una especie de ofensa personal"
En fin es una idea, igual enemiga de los audímetros, pero que nosotros dejamos ahí por si alguna diva o divo televisivo de nuestro país, se atreve a ponerla en práctica entre tanto edredoning, escándalo prefabricado, cantantes en serie, lacrimógenos reencuentros o denuncias acuna-conciencias.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, es cierto que la tele se ha convertido en un mercadeo de sentimentalismos baratos, pero claro siempre nos queda la 2 ( Dias de cine sigue estando a la altura ).

Yo recuerdo con nostalgia en la época de la transición o en la década de los 80 programas con una talla intelectual enorme. Por poner un ejemplo: La clave ( programa memorable moderado por el pusilánime a la vez simpático Jose Luis Balbin); la Edad de Oro; etc. No puedo olvidarme de la Bola de Cristal programa infantil con más nivel que los actuales magazines de la sobremesa.

¿ Qué nos ha pasado ? bueno espero que los productos televisivos no sean reflejo de la sociedad sino al contrario lo que algunos quisieran que fuera la sociedad y por eso producen programas para lelos.

En fin, siempre nos quedara un buen libro, una peli, o la 2.

El blog de la BRMU dijo...

¿Qué nos ha pasado en la tele y en tantas otras cosas? Totalmente de acuerdo con lo que dices, pero también hay que pensar una cosa: los programas que arrasan en los audímetros alcanzan audiencias de cerca de 2-3 o hasta 4 millones como mucho, en España somos casi 47 millones de habitantes, así que esa idea de que toooooda España sigue esos programas no deja de ser una exageración interesada.