Que una foto en Instagram de Kim Kardashian, un tweet incendiario de Pérez Reverte, o un post en el blog sobre moda de la última it-girl, acumulen miles de visitas, retuiteos o comentarios, es hasta cierto punto, algo habitual. Pero que sea el post del blog de una biblioteca pública, el que consiga viralizarse en pocas horas es algo menos común.
Sobre todo porque el tema en cuestión no era especialmente
polémico, ni escandaloso (bueno escandaloso sí, pero no por lo que decía, sino
por la realidad que reflejaba); y eso es lo que pasó el pasado martes 2 de
junio en este blog con Bibliotecas low cost. Por unas horas, supimos lo
que era eso de volverse viral. Otros posts han tenido conatos de viralidad, pero nunca de manera tan intensa.
Más de 10.000 personas alcanzadas en Facebook, retuiteos por
doquier, comentarios y debates abiertos en las redes, y 1200 visitas al post en
menos de 8 horas, y sigue acumulando. La onda expansiva llegó incluso a los medios no digitales, y
así por ejemplo, sirvió de inspiración para un artículo en la
prensa escrita:
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En el post previo (Greta Garbo en tiempos de Facebook)
hablábamos del fenómeno de El Rubius, el joven youtuber que aglutina a millones
de seguidores en torno a sus vídeos. El videoadicto que ha hecho de su afición
su modo de vida, está más que acostumbrado a viralizarse día sí, día también
con sus vídeos repletos de humor facilón. No sabemos si será ese humor el que
haya hecho que un político emergente como Pablo Iglesias sea seguidor suyo; pero
tampoco importa mucho. Lo que deja claro es la atención que los nuevos líderes políticos prestan a los medios digitales, capaces de movilizar a gran parte del electorado joven.
Si bien el auge de los nuevos partidos ha tenido mucho que
ver con el uso de la televisión; para muchos jóvenes, este medio ha
quedado relegado a un segundo o incluso tercer lugar en su consideración como
alternativa de ocio e información. Si en sus inicios, el cine vio a la televisión como su gran rival, ahora a la hegemonía televisiva le ha surgido su particular Eva Harrington en formato digital (ya saben, la ambiciosa joven de la inolvidable película Eva al desnudo… ¿cómo? ¿qué aún no la han visto?, ¿y qué hacen perdiendo el tiempo en este blog?).
Desde que irrumpiera en los 50, la televisión ha sido el
medio de masas por excelencia, y aunque puede que ahora le estén surgiendo
competencias que le restan parroquia entre las nuevas generaciones, no parece que de momento haya que temer por su supervivencia. Eso sí, el consumo televisivo tal y como lo hemos conocido, sí que puede que tenga los días contados. De seguir fragmentándose las audiencias, dentro de poco los medios de masas puede que terminen por ser medios de tribus.
El cáustico crítico de teatro interpretado por George Sanders, en la citada, y nunca suficientemente recomendada Eva al desnudo: cuando su protegida (interpretada por una
primeriza Marilyn Monroe), fracasa como actriz de teatro, y orienta su carrera
hacia la televisión; responde a la pregunta de su pupila sobre si en la televisión hacen pruebas, diciéndole que en eso consiste la televisión: en pruebas,
sólo pruebas.
George Sanders, el crítico-cítrico de Eva al desnudo orientando la carrera de su pupila hacia la televisión |
La película data de 1950, así que queda claro que el
desprecio intelectual hacia el nuevo medio nació prácticamente con él. El
enorme potencial formativo, cultural y educativo de un medio como el televisivo
para muchos se ha dilapidado en entretenimiento de encefalograma plano. Claro
que muchos sostienen que la televisión es, y debe ser, mero entretenimiento,
sin mayores aspiraciones.
El nombre de George Orwell y su Gran hermano, tomado en vano para el reality por antonomasia de la televisión |
Pero, ¿y los nuevos medios? Según el estudio de uso de Internet en España, desarrollado por el Observatorio Nacional de las Telecomunicaciones en 2014, las bibliotecas resultamos atractivas (Internet mediante) para dos franjas de edad de los más equidistantes. Los internautas que van de los 16 a los 24 años, y los que van de los 65 a los 74, que son los que más interactúan con webs de bibliotecas públicas. Un dato que no deja de sorprendernos.
El resto de franjas de edad, según este estudio, se decanta, entre los 25 a 34 años, por las redes sociales, la búsqueda de empleo y la
descarga de software; y para los de 35 a 64, el asunto principal es el dinero.
Sus visitas se focalizan en la banca electrónica, y en la declaración de
impuestos.
Pero nosotros nos quedamos con ese curiosísimo dato de que
los más jóvenes y los más mayores, sean los que más interactúen con nuestras
webs. ¿Quiere decir eso que las bibliotecas estamos fomentando un uso cultural
de los medios digitales?, ¿significa que tenemos pasado, sí, pero que también tenemos futuro? Es bastante temerario deducir algo así, pero por soñar
que no quede.
La biblioterapia en la Escuela de vida en Londres |
Pero ni televisión, ni medios digitales. Si hay un medio para transmitir información, evasión o formación, que pese a los siglos transcurridos, sigue conservando su prestigio, ése es el libro (y aquí no hacemos distinciones entre papel o digital). Así lo asegura Martín Caparrós en el semanario de El País de hace unas semanas. En su artículo dedicado a la biblioterapia, nos contaba las terapias a través de la lectura que practica la School of life de Londres (de la que ya hablábamos en el post Soluciones para el mundo). Como dice su fundador, Alain de Botton: “la vida es demasiado corta para leer libros malos”.
Nadie sabe cómo ha sucedido, pero Internet es de los gatos |
Y si hablamos de virales, cerraremos con un vídeo viral reciente. No, lo sentimos, no vamos a recurrir a vídeos de gatitos, ni a supuestas estudiantes que se desnudan en bibliotecas. En ocasiones, aunque sea por circunstancias tristes, hay virales en la red que merecen la pena. Como cuando tras el fallecimiento de Paco de Lucía, su tema Entre dos aguas, ocupó el puesto número dos de temas virales en la listas de reproducciones en Spotify.
Que cosas así resulten contagiosas, te reconcilia con el mundo digital.
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