No tenemos muy claro si el sostener una lupa sobre la región de Murcia en el mapa, tal cual, como lo hacían Uderzo-Goscinny sobre el mapa de la Galia para presentar cada nueva aventura de Astérix: nos beneficia o perjudica.
Aún seguimos impactados por el mapa resultante del último baremo sobre hábitos de lectura del CIS, en el que Murcia desluce con un triste gris ese azul marino que pinta todo el levante español, y que unido al azul violáceo que une a Andalucía con Castilla La Mancha y Aragón: bordean de manera excluyente al territorio murciano, indicando el porcentaje de lectores habituales.
Si contrastamos dicho mapa con los datos que suele arrojar la Federación del Gremio de Editores, según los cuales: las bibliotecas murcianas quedamos en el podio de las mejor valoradas por los ciudadanos. Una de dos, o la Región de Murcia es esa "aldea" de irreductibles españoles que resiste al hábito lector (con más comunidades desde luego, pero eso no es consuelo), o somos las bibliotecas murcianas, las que actuamos como aldeas-refugio para los irreductibles murcianos que pese a todo, aman la lectura.
Por proximidad, compartimos gastronomía, clima, folclore, costumbres y por supuesto historia, con esas otras regiones que nos circundan. Entonces, ¿por qué no compartimos también un porcentaje de lectores habituales más alto?, ¿qué atraso cultural y educativo aqueja a nuestra Región para que se den estos datos? No vale con apelar a que la benignidad del clima y el modo de vida favorecen más el querer vivir la calle, que la intimidad de la lectura (Andalucía y la Comunidad Valenciana, comparten esta llamada al hedonismo y no dan tan malos resultados). Y por la parte que nos toca: ¿qué deberíamos hacer las bibliotecas murcianas para invertir esta tendencia?
Esta semana precisamente, es la ideal para repasar la cantidad de programaciones que la Red de Bibliotecas Públicas de la Región de Murcia, pone en marcha para celebrar el Día del Libro. Desde la Red Municipal de Bibliotecas del Ayuntamiento de Murcia, pasando por la Semana de la Lectura de la Biblioteca Regional, la red de bibliotecas de Lorca que además de la programación de esta semana, prosigue con proyectos tan emocionantes como Nosotros te leemos, o la programación de las Bibliotecas Municipales de Cartagena, por citar sólo algunos de los 94 puntos de servicio, más cinco bibliobúses, con que cuenta la Red de Bibliotecas de la Región.
Y que nadie piense que la lectura sólo está presente de manera estática en las instalaciones de las bibliotecas, y de forma móvil en los bibliobúses. En Cartagena la llevan a los bares, en Ceutí leer tiene premio en descuentos para actividades deportivas y culturales, peluquerías del centro de Murcia se han convertido en sucursales de la Biblioteca Regional tras la tercera acción artístico-bibliotecaria, o celebraciones lúdicas en torno a las bibliotecas como el flashmob previsto para el día 23 en la Biblioteca del Río Segura.
Cientos de actividades, que resaltamos en la semana del libro, pero que se extienden de manera estable a lo largo de todo el año en las bibliotecas murcianas. Pero la pregunta sigue siendo la misma, ¿qué más podemos hacer?, ¿cuál es la fórmula de la poción mágica de la lectura?
En los últimos años, de la Región de Murcia han surgido algunos de los escritores con mayor tirón popular (Pérez Reverte, María Dueñas, Jerónimo Tristante), surgen nuevas voces tan interesantes como Enrique Rubio, María Yuste, o el Colectivo Iletrados; y siguen con igual pujanza los escritores del meteorito de Molina de Segura. Materia prima no nos falta, ahora sólo faltaría que la lectura invadiera nuestras ciudades y pueblos.
Y en este sentido, el proyecto del colectivo Occupación poética (que incluye a Murcia entre sus objetivos) es una alternativa estupenda para seguir convocando a la lectura de la manera más insospechada. Se trata de un proyecto que aúna arte y nuevas tecnologías. Basta con descargarse en un smartphone o una tablet la aplicación para poder geolocalizar poemas, música, vídeos o actuaciones que el proyecto Occupación poética ha ido diseminando virtualmente, en los espacios públicos de las ciudades que convierte en sus objetivos.
No nos va quedar otra que unirnos a las huestes de Occupació poética, salir de las aldeas bibliotecarias en las que habitamos, y convencer pacíficamente a esos irreductibles no lectores para que no sigan pintando de gris a Murcia.
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